Delfina necesita un trasplante de médula ósea. |
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miércoles, 23 de octubre de 2013
"Todos por Delfina", el desesperado pedido por un trasplante para una niña de 4 años
La niña fue diagnosticada con leucemia aguda hace un año y tuvo una recaída hace un mes; el sábado tomarán muestras de sangre a potenciales donantes de médula ósea en San Isidro
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martes, 24 de julio de 2012
Sida: la cura de un paciente abre nuevas investigaciones
Tim Brown |
La curación de Tim Brown, el paciente de Berlín, se explica
porque la médula que recibió para tratar la leucemia procedía de una persona
inmune al VIH. Esta inmunidad se debía a que las células del donante tenían
defectuoso el gen de la proteína CCR5, que el VIH utiliza para entrar en
células del sistema inmunitario. Así, cuando las células del donante repoblaron
la sangre de Tim Brown, el virus se encontró con que ya no tenía puerta de
entrada a las células.
“Es el primer caso de un paciente curado del sida”, explica
Javier Martínez-Picado, investigador del laboratorio español IrsiCaixa. El
trasplante de médula ósea con el gen CCR5 defectuoso “no se puede aplicar a
todas las personas porque es una técnica costosa y arriesgada y porque no
habría suficientes donantes”, advierte Martínez-Picado. Pero demuestra que
curar el sida no es imposible.
Estimulados por el caso del paciente de Berlín, Martínez-Picado
y otros 35 científicos de 10 países crearon hace dos años un grupo de trabajo
para buscar tratamientos que curen el sida y que sean aplicables a gran escala.
La iniciativa está auspiciada por la Sociedad Internacional
del Sida, la principal organización de profesionales del sida del mundo, y está
copresidida por la francesa Barré-Sinoussi y por el estadounidense Steven
Deeks. Los expertos presentarán el resultado de los dos primeros años de
trabajo del grupo en la Conferencia Internacional del Sida que se está
realizando en Washington.
En estos momentos, los fármacos antirretrovirales consiguen
que el virus sea indetectable en la sangre por años. Pero el tratamiento es
costoso, tiene efectos secundarios, no llega a todos los portadores y, si se interrumpe,
permite que el virus vuelva a proliferar. Y por cada persona que inicia este
tratamiento, dos contraen el VIH.
Para ir más allá de los tratamientos actuales, la Sociedad Internacional
del Sida considera prioritario descubrir cómo y dónde se esconde el virus en el
organismo cuando los fármacos lo eliminan de la sangre. A partir de ahí, se
podría hacer salir el virus de sus escondites y erradicarlo. Otra línea de
trabajo es justamente estudiar los autotrasplantes de médula ósea para
portadores del VIH. Si se inactiva el gen de la proteína CCR5 con terapia
génica antes de volver a implantar la médula, en teoría se podría conseguir una
curación como la del paciente de Berlín y evitar el problema de la escasez de
donantes. Esta estrategia ya se empezó a ensayar en un reducido número de
voluntarios. Los científicos también buscan descubrir cómo una minoría de
personas –los llamados controladores de élite, que representan el 1% de la
población– consigue mantener el virus a raya pese a no tomar fármacos. Esta
información podría ser útil para estimular el sistema inmunitario del resto de
los pacientes.
Por todos estos avances, varios expertos reunidos en
Washington aseguraron que estaría cerca el fin del sida. Los investigadores son
conscientes de que el camino será largo y que demandará mucho dinero.
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miércoles, 11 de julio de 2012
Un científico tenía leucemia y sus colegas le salvaron la vida
Lukas Wartman durante los exámenes que le hicieron para tratar su cáncer. |
Los investigadores de genética en la Universidad de
Washington, Estados Unidos, uno de los principales centros del mundo en
trabajos sobre el genoma humano, estaban devastados. Lukas Wartman, un joven,
querido y talentoso colega, sufría del mismo tipo de cáncer que se había
dedicado a estudiar durante toda su carrera. Su salud se estaba deteriorando
rápidamente. Ningún tratamiento conocido podía salvarlo y nadie que ellos
tuvieran conocimiento había investigado alguna vez la conformación genética
completa de un cáncer similar.
De la preocupación extrema nacieron las ideas.
Un día de julio del año pasado, Timothy Ley, director
adjunto del Instituto del Genoma de esa universidad, reunió a su equipo. “¿Por
qué no utilizamos todo lo que tenemos para ver si podemos encontrar al gen
malvado que provoca el cáncer de Wartman, la leucemia linfoblástica aguda en
adultos?” preguntó a sus colaboradores.
El equipo, entonces, intentó un nuevo tipo de análisis. Hizo
la secuencia completa de los genes de las células del cáncer de Wartman y de
las células sanas a modo de comparación y analizó también su ARN (ácido
ribonucleico), primo químico del ADN, a la búsqueda de alguna pista sobre qué
es lo que estaban haciendo los genes en su cuerpo.
Todos dejaron de lado otras tareas durante semanas y
pusieron a trabajar a las 26 supercomputadoras y equipos secuenciadores de la
universidad durante 24 horas.
Y encontraron finalmente un culpable: un gen normal que
estaba trabajando a toda máquina y produciendo grandes cantidades de una
proteína que parecía estar generando el crecimiento del cáncer. Pero había algo
mejor aún, existía una nueva y prometedora droga (que ya había sido autorizada
en casos avanzados de cáncer de riñón) que podía desactivar a ese gen. Fue así
como Wartman se convirtió en la primera persona en recibir ese tratamiento.
El científico lucha hoy contra la leucemia usando el método que aplicaron en él. |
Ahora, contra todo pronóstico, su cáncer está en remisión y
así se mantiene desde el otoño boreal pasado.
Si bien nadie puede decir que está curado, hoy está vivo y
bien. Y es pionero, además, de un nuevo enfoque para detener su enfermedad. Lo
importante, dicen sus colegas, son los genes que impulsan el cáncer (no el
tejido o el órgano, sea el hígado o el cerebro, la médula, la sangre o el colon
en donde se origina el tumor).
El análisis genético de Wartman fue pagado por la
universidad y por donaciones para investigación. Hubo una amplia solidaridad
académica porque el joven científico supo ganarse la simpatía de quienes
trabajaban con él. Llegó a Washington por casualidad. Creció en la pequeña
ciudad de Indiana y quería ser veterinario como su abuelo. Pero mientras estaba
estudiando en la universidad trabajaba en hospitales y se fascinó con el
cáncer. Se anotó en la
Facultad de Medicina de la Universidad de
Washington, en St. Louis, donde se interesó por investigaciones sobre los
cambios genéticos que ocurren en los tipos de cáncer que pueden manifestarse en
la sangre. Así, supo que lo que quería era investigar . En 2002, durante el
último año de su carrera, fue a California para ser entrevistado para un
programa de residencia en Stanford. La mañana que debía acudir a la entrevista
sintió una fatiga repentina que lo paralizó.
Fue el comienzo de su enfermedad. Tenía sólo 25 años.
Los investigadores difieren sobre con qué velocidad este
método, conocido como secuencia completa del genoma, podrá estar disponible
para todos. Se calcula que sería, aproximadamente, dentro de una década cómo
máximo y creen que encierra grandes promesas, si bien hasta ahora no ha curado
a nadie.
Fuente: Clarín
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