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miércoles, 23 de octubre de 2013

"Todos por Delfina", el desesperado pedido por un trasplante para una niña de 4 años

La niña fue diagnosticada con leucemia aguda hace un año y tuvo una recaída hace un mes; el sábado tomarán muestras de sangre a potenciales donantes de médula ósea en San Isidro

Delfina necesita un trasplante de médula ósea.

martes, 24 de julio de 2012

Sida: la cura de un paciente abre nuevas investigaciones


Tim Brown
Los investigadores del sida le conocen como “el paciente de Berlín”. Es un hombre a quien se diagnostico la infección por VIH en 1995, cuando tenía 29 años, después sufrió una leucemia, recibió un trasplante de médula ósea en 2007 y que, desde entonces, no recibió tratamiento antirretroviral y tuvo el virus detectable en la sangre. “En otras palabras, está curado”, afirmó Françoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del VIH y presidenta de la Sociedad Internacional del Sida, en un artículo que publicó la revista Nature.

La curación de Tim Brown, el paciente de Berlín, se explica porque la médula que recibió para tratar la leucemia procedía de una persona inmune al VIH. Esta inmunidad se debía a que las células del donante tenían defectuoso el gen de la proteína CCR5, que el VIH utiliza para entrar en células del sistema inmunitario. Así, cuando las células del donante repoblaron la sangre de Tim Brown, el virus se encontró con que ya no tenía puerta de entrada a las células.

“Es el primer caso de un paciente curado del sida”, explica Javier Martínez-Picado, investigador del laboratorio español IrsiCaixa. El trasplante de médula ósea con el gen CCR5 defectuoso “no se puede aplicar a todas las personas porque es una técnica costosa y arriesgada y porque no habría suficientes donantes”, advierte Martínez-Picado. Pero demuestra que curar el sida no es imposible.

Estimulados por el caso del paciente de Berlín, Martínez-Picado y otros 35 científicos de 10 países crearon hace dos años un grupo de trabajo para buscar tratamientos que curen el sida y que sean aplicables a gran escala. La iniciativa está auspiciada por la Sociedad Internacional del Sida, la principal organización de profesionales del sida del mundo, y está copresidida por la francesa Barré-Sinoussi y por el estadounidense Steven Deeks. Los expertos presentarán el resultado de los dos primeros años de trabajo del grupo en la Conferencia Internacional del Sida que se está realizando en Washington.

En estos momentos, los fármacos antirretrovirales consiguen que el virus sea indetectable en la sangre por años. Pero el tratamiento es costoso, tiene efectos secundarios, no llega a todos los portadores y, si se interrumpe, permite que el virus vuelva a proliferar. Y por cada persona que inicia este tratamiento, dos contraen el VIH.

Para ir más allá de los tratamientos actuales, la Sociedad Internacional del Sida considera prioritario descubrir cómo y dónde se esconde el virus en el organismo cuando los fármacos lo eliminan de la sangre. A partir de ahí, se podría hacer salir el virus de sus escondites y erradicarlo. Otra línea de trabajo es justamente estudiar los autotrasplantes de médula ósea para portadores del VIH. Si se inactiva el gen de la proteína CCR5 con terapia génica antes de volver a implantar la médula, en teoría se podría conseguir una curación como la del paciente de Berlín y evitar el problema de la escasez de donantes. Esta estrategia ya se empezó a ensayar en un reducido número de voluntarios. Los científicos también buscan descubrir cómo una minoría de personas –los llamados controladores de élite, que representan el 1% de la población– consigue mantener el virus a raya pese a no tomar fármacos. Esta información podría ser útil para estimular el sistema inmunitario del resto de los pacientes.

Por todos estos avances, varios expertos reunidos en Washington aseguraron que estaría cerca el fin del sida. Los investigadores son conscientes de que el camino será largo y que demandará mucho dinero.

Fuente: Clarín

miércoles, 11 de julio de 2012

Un científico tenía leucemia y sus colegas le salvaron la vida


Lukas Wartman durante los exámenes que le hicieron para tratar su cáncer.

Los investigadores de genética en la Universidad de Washington, Estados Unidos, uno de los principales centros del mundo en trabajos sobre el genoma humano, estaban devastados. Lukas Wartman, un joven, querido y talentoso colega, sufría del mismo tipo de cáncer que se había dedicado a estudiar durante toda su carrera. Su salud se estaba deteriorando rápidamente. Ningún tratamiento conocido podía salvarlo y nadie que ellos tuvieran conocimiento había investigado alguna vez la conformación genética completa de un cáncer similar.

De la preocupación extrema nacieron las ideas.

Un día de julio del año pasado, Timothy Ley, director adjunto del Instituto del Genoma de esa universidad, reunió a su equipo. “¿Por qué no utilizamos todo lo que tenemos para ver si podemos encontrar al gen malvado que provoca el cáncer de Wartman, la leucemia linfoblástica aguda en adultos?” preguntó a sus colaboradores.

El equipo, entonces, intentó un nuevo tipo de análisis. Hizo la secuencia completa de los genes de las células del cáncer de Wartman y de las células sanas a modo de comparación y analizó también su ARN (ácido ribonucleico), primo químico del ADN, a la búsqueda de alguna pista sobre qué es lo que estaban haciendo los genes en su cuerpo.

Todos dejaron de lado otras tareas durante semanas y pusieron a trabajar a las 26 supercomputadoras y equipos secuenciadores de la universidad durante 24 horas.

Y encontraron finalmente un culpable: un gen normal que estaba trabajando a toda máquina y produciendo grandes cantidades de una proteína que parecía estar generando el crecimiento del cáncer. Pero había algo mejor aún, existía una nueva y prometedora droga (que ya había sido autorizada en casos avanzados de cáncer de riñón) que podía desactivar a ese gen. Fue así como Wartman se convirtió en la primera persona en recibir ese tratamiento.

El científico lucha hoy contra la leucemia usando el método que aplicaron en él.
Ahora, contra todo pronóstico, su cáncer está en remisión y así se mantiene desde el otoño boreal pasado.

Si bien nadie puede decir que está curado, hoy está vivo y bien. Y es pionero, además, de un nuevo enfoque para detener su enfermedad. Lo importante, dicen sus colegas, son los genes que impulsan el cáncer (no el tejido o el órgano, sea el hígado o el cerebro, la médula, la sangre o el colon en donde se origina el tumor).

El análisis genético de Wartman fue pagado por la universidad y por donaciones para investigación. Hubo una amplia solidaridad académica porque el joven científico supo ganarse la simpatía de quienes trabajaban con él. Llegó a Washington por casualidad. Creció en la pequeña ciudad de Indiana y quería ser veterinario como su abuelo. Pero mientras estaba estudiando en la universidad trabajaba en hospitales y se fascinó con el cáncer. Se anotó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, donde se interesó por investigaciones sobre los cambios genéticos que ocurren en los tipos de cáncer que pueden manifestarse en la sangre. Así, supo que lo que quería era investigar . En 2002, durante el último año de su carrera, fue a California para ser entrevistado para un programa de residencia en Stanford. La mañana que debía acudir a la entrevista sintió una fatiga repentina que lo paralizó.

Fue el comienzo de su enfermedad. Tenía sólo 25 años.

Los investigadores difieren sobre con qué velocidad este método, conocido como secuencia completa del genoma, podrá estar disponible para todos. Se calcula que sería, aproximadamente, dentro de una década cómo máximo y creen que encierra grandes promesas, si bien hasta ahora no ha curado a nadie.

Fuente: Clarín

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