Usain Bolt tiene mas de un millón y medio de seguidores en Twitter. |
Con sus ventajas y desventajas, los Juegos Olímpicos no solo
fueron narrados por la gente, sino también por los mismos atletas a través
Facebook, Instagram y Twitter.
Era de esperarse. En un recuento previo al evento, de
acuerdo con el Comité Olímpico Internacional (COI) había 2.014 deportistas o
exdeportistas olímpicos verificados utilizando las redes sociales.
En los juegos de Pekín había 100 millones de usuarios
registrados en Facebook. Hoy hay 900 millones. Y en Twitter: a los seis
millones de cuentas que había registradas en 2008 se sumaron 600 millones en
estos cuatro años.
Desde las fotos de los asientos vacíos, hasta el atleta que
anunció su matrimonio en Twitter, las redes sociales fueron el radar que
reportó las noticias, controversias y emociones de las Olimpiadas.
Estos son algunos ejemplos que sirven de prueba a quienes
aseguran que las redes sociales le dieron nuevas –y no necesariamente buenas–
connotaciones a los eventos de esta magnitud.
Las fotos
El primer ejemplo sugiere que las redes sociales permiten
ver facetas inéditas de los eventos: las fotos.
Un episodio memorable fue cuando, después de ganar la
segunda presea de oro de la historia de su país, el esgrimista Rubén Limardo
Gascón se subió al metro de Londres como cualquier ciudadano y fue retratado
por los transeúntes. Las fotos del venezolano fueron un éxito en Internet. La
que compartió el famoso comediante Omid Djalili, por ejemplo, fue retuiteada
más de dos mil veces.
La foto de los policías haciendo "el rayo" fue viral. |
Otra foto que generó movimiento en Internet fue la que
Michael Acton Smith, un reconocido empresario, le tomó a unos atletas ruandeses
que esperaban un bus en Londres.
Está también la foto que Cullen Jones, el nadador
estadounidese, tomó del desordenado baño donde se afeitan los nadadores antes
de sus competencias.
Los tuiteros
Samuel L. Jackson lo contó todo por Twitter. |
Otro actor que apoyó a los atletas de su país fue el
argentino Ricardo Darín, que este sábado dijo, tras la derrota del equipo de
hockey femenino, las Leonas, que para él "son un oro".
Los latinoamericanos, en efecto, se hicieron presentes. La
ganadora del oro en bicicross/BMX Mariana Pajón y su hermano Miguel, que le
hace de promotor, han hecho una estrategia de nuevos medios para dar a conocer
a la colombiana, que practica un deporte usualmente de poca figuración. El día
que ganó su medalla, el viernes, Mariana tuiteó una foto suya antes de dormise.
Con la medalla colgada, claro.
Los peligros
Se podría asegurar que en los Olímpicos -así como en otros
eventos noticiosos del año- se comprobó que las redes sociales tienen la
capacidad revelar preciados secretos y a la vez es un riesgo para quienes no
conocen -u omiten- los límites de la corrección política.
Empezando por la ceremonia inaugural. Su director, el
cineasta inglés Danny Boyle, le pidió aunque con la certeza de que no sería
así- a los asistentes del ensayo previo que no publicaran fotos para mantener el
secreto. Acto seguido, se filtraron las fotos.
En ese caso las consecuencias pueden ser inofensivas. Pero
los efectos de la inmediatez y la fácil distribución de la información pueden
ser peores.
Por ejemplo, el jugador de la selección de fútbol suiza
Michel Morganella fue expulsado de los Juegos después de referirse a sus
contrincantes surcoreanos como "un puñado de mongoloides".
A él lo acompañó una atleta griega que publicó un tuit
diciendo que, con tantos africanos en Grecia, "al menos los mosquitos del
Nilo Occidental estarán ingiriendo comida hecha en casa".
Una audiencia activa
Algunos especialistas defienden la idea de que las redes
sociales le permiten a la gente expresarse libremente. Y los Olímpicos pueden
servirles de prueba.
Tal vez el episodio que más lo demostró fue el debate que
suscitó la transmisión de los Juegos por televisión en EE.UU.
#nbcfail, un hashtag de Twitter, fue la causa que criticaba
la transmisión que la cadena estadounidense NBC hizo, en exclusiva, de los
eventos.
La estrategia de la cadena para cubrirlos era pasar los
eventos deportivos más importantes en diferido, a horarios de mayor sintonía.
Esto despertó la ira de los televidentes, que se volcaron a
las redes sociales, especialmente Twitter, para expresar su descontento.