Nuevas locuras. Foto: FOX |
Como tantos de nosotros, los directores de Loco por Mary no
dejaron desde ese momento de encontrar en ese desfile único de golpes,
gruñidos, onomatopeyas y situaciones delirantes una fuente de inspiración
inagotable para reírse a más no poder. Y como tantos de nosotros, los Farrelly
se sumaron a ese extraordinario y único ritual de aprenderse casi de memoria la
rutina de cada episodio y celebrar con un festejo anticipado a pura carcajada
todo lo que está por venir.
Ese verdadero culto convirtió a Los Tres Chiflados en una
leyenda que asombra, sobre todo, por lo perdurable de su vigencia y de su
éxito. En la Argentina ,
sus casi 200 cortos televisivos -de 16 minutos, aproximadamente, cada uno- se
exhiben casi ininterrumpidamente desde 1963 y hoy pueden recuperarse y
revivirse, en distintos días y horarios, a través de la señal de cable TCM.
Los Farrelly se sumaron en los Estados Unidos a la legión de
fans del celebrado trío. "En toda mi vida, nadie me hizo reír tanto como
ellos", llegó a decir Peter, tan convencido como su hermano de que los
Stooges necesitaban, además del recuerdo, una reivindicación. "Nunca
llegaron a ser valorados como figuras de primera clase -agregó Peter-, pese a
que ellos lo merecían más que nadie."
El regocijo ante cada reencuentro con el lunático humor de
Los Tres Chiflados debe haber pesado en los Farrelly tanto como el recuerdo de
las penurias y los sufrimientos que Moe, Larry y Curly atravesaron a lo largo
de sus vidas. Con ese espíritu, los directores fueron y vinieron a lo largo de
los últimos 15 años con un proyecto que por fin puede ver la luz y pudo
concretarse a partir de hechos y connotaciones muy distintas a las que llegaron
a imaginarse en un principio.
Desde el comienzo, Los Tres Chiflados -cuyo estreno en la Argentina anuncia Fox
para pasado mañana sólo en copias dobladas al castellano- se propone como un
claro tributo a la vida y la obra humorística del trío. No es una biografía en
sentido estricto, sino una suerte de ficcionalización -apoyada en las claves de
su fórmula cómica- de algunas de las privaciones que les tocó enfrentar.
Desde un punto de partida que reconoce coincidencias con la
celebrada aparición cinematográfica de los Blues Brothers (conocida aquí como
Los hermanos Caradura), Curly, Larry y Moe deben ir a juntar fondos para salir
al rescate del orfanato en el que se criaron y ayudar a la congregación de
monjas encargadas de cuidar allí a chicos sin familia ni hogar.
Con esa premisa, los Farrelly trabajaron desde 1996 en
sucesivos borradores de un guión que encontró unos cuantos obstáculos en el
camino. Por un lado, la idea recorrió varios estudios hasta que uno de ellos
-MGM- se hizo cargo en vísperas del estallido de una crisis que llegó a ser
casi terminal. Por el otro, la mención de grandes figuras con potencial para
interpretar al trío se convirtió en un problema para los Farrelly, que
buscaban, sobre todo, que Moe, Larry y Curly hablaran por sí mismos en la
película. "No queríamos -dijo Bobby más de una vez- al actor dispuesto a
entregar su propia versión del personaje."
Por eso quedó en el camino una lista más que relevante de
nombres. En un momento, llegó a decirse que Jim Carrey (Curly), Sean Penn
(Larry) y Benicio del Toro (Moe) encabezarían un elenco de lujo. En los tiempos
iniciales del proyecto, se habló inclusive de Robert de Niro y Russell Crowe.
Los Farrelly, fieles a la idea de imponer al personaje por sobre el actor, se
quedaron con intérpretes muy confiables, pero de menor renombre para el gran
público: Sean Hayes (Will & Grace) sería Larry; Chris Diamantopoulos (24),
Moe, y Will Sasso, Curly. Todos ellos, provenientes de la TV , debían comprometerse a
revivir con fidelidad máxima las características fisonómicas y de
comportamiento de Los Tres Chiflados que todos conocemos.
A los Farrelly no les preocupaba la brecha generacional -a
priori riesgosa, sobre todo, para el mercado norteamericano- que se planteaba
entre su proyecto y la memoria de un público para el cual Los Tres Chiflados
constituía un recuerdo válido, pero demasiado lejano en el tiempo. Ese temor
recorrió algunos despachos de Hollywood durante los últimos años y resultó al
fin y al cabo una de las causas que dilató hasta hoy la culminación favorable
del proyecto. "Lo que queríamos era sobre todo -concluye Peter- lograr que
los fans de Los Tres Chiflados se sintieran identificados y reconocidos. Nadie
podría hacer en Hollywood una película sobre Los Tres Chiflados sin rendirles
máxima fidelidad a Moe, Larry y Curly. Debían tener el mismo aspecto, hablar
igual que ellos, vestirse del mismo modo. Los trajimos al siglo XXI, pero con
aquel espíritu intacto."
Los Tres Chiflados en el recuerdo:
Los Tres Chiflados en el recuerdo:
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