Foto: DILIFF/ WIKIMEDIA COMMONS |
Una
nueva investigación de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, Estados
Unidos, publicada en la revista 'Science', muestra la primera evidencia de que
las criaturas del mar mantienen constantemente el ritmo de "velocidad
climática".
La
investigación se realizó con datos recopilados de 43 años relacionados con el
movimiento de 128 millones de animales de 360 especies que viven alrededor de
América del Norte, incluyendo alimentos comerciales como la langosta, el
camarón y el bacalao. Los expertos encontraron que el 70 por ciento de los
cambios en la profundidad de los animales y el 74 por ciento de las variaciones
en la latitud se correlacionaron con las fluctuaciones a escala regional en la
temperatura del océano.
"Si
seguimos la temperatura, que es más fácil de estimar, se puede predecir también
dónde estarán las especies", subrayó el primer autor Malin Pinsky, profesor asistente de Ecología y Evolución en la Universidad de Rutgers,
también en Nueva Jersey.
"El
clima cambia a diferentes velocidades y en diferentes direcciones en diferentes
lugares. Los animales están, básicamente, expuestos a diferentes cambios de
temperatura", dijo este investigador del estudio, en el que se usaron
datos recopilados desde 1968 hasta 2011 por los centros de investigación de
pesca estadounidenses y canadienses y paneles gubernamentales.
Las
encuestas registran temperaturas de superficie y de fondo, así como la masa
total de animales en nueve áreas centrales para la pesca en América del Norte:
las islas Aleutianas, el Mar de Bering oriental, el Golfo de Alaska, la Costa
Oeste desde el estado de Washington al de California, la costa del Golfo desde
Luisiana hasta México, la costa noreste de Carolina del Norte hasta Maine, la
costa de Nueva Escocia, el sur del Golfo de St. Lawrence y el Océano Atlántico,
al este de Terranova.
"Los
detalles del estudio revelaron que las criaturas marinas se adhieren a un complejo mosaico de las velocidades locales
del clima", subrayaron los investigadores. En promedio, los cambios de
temperatura para América del Norte se movieron hacia el norte a un ritmo de 4,5
millas (7,2 kilómetros) por década, pero en algunas partes de Terranova, ese
ritmo fue más rápido, a 38 millas (61,1 kilómetros) al norte por década.
En las
zonas de la costa oeste de Estados Unidos, las temperaturas cambian hacia al
sur a 30 millas (48,2 kilómetros) por década, mientras que en el Golfo de
México las velocidades varían de 19 millas (30,5 kilómetros) al sur a 11 millas
(17,7 kilómetros) al norte por década.
MOVIMIENTOS
VARIOPINTOS DE LOS PECES
Así,
los movimientos de los animales eran variopintos. En su conjunto, las especies
se movieron un promedio de 5 millas (8 kilómetros) al norte por década, pero el
45 por ciento de las poblaciones específicas de animales nadaron hacia el sur.
El bacalao de Terranova se fue 37 millas (59,5 kilómetros) al norte por década;
la langosta en el noreste de Estados Unidos fue en el mismo sentido a 43 millas
(69,2 kilómetros) por década y el camarón rosado, clave en la pesca en la Costa
del Golfo, emigró al sur 41 millas (65,9 kilómetros) por década.
Factores
regionales como el viento realmente pueden contrarrestar el calentamiento del
agua y contribuir a mares más más fríos, como es el caso de las costas de
California y Perú, según Daniel Pauly, profesor de Pesca en la Universidad de
British Columbia, en Canadá, que no participó en el estudio. A su juicio, los
peces son muy sensibles a los cambios más leves de temperatura y buscan
rápidamente escenarios ideales, que pueden aparecer como cambios erráticos en
la distribución, ya que los modelos a gran escala basados en promedios
mundiales no reflejan estos matices.
La
velocidad climática ofrece a los países y las regiones un método preciso para
controlar la huida de las poblaciones de peces, según Pauly, tras añadir que es
posible que el cambio climático aumente los conflictos internacionales sobre el
territorio de pesca.
En los
últimos años, el movimiento de la caballa en el extremo Atlántico del Norte ha
dado lugar a confrontaciones diplomáticas entre Islandia, Noruega y Dinamarca,
apodadas la "guerra de la caballa", además de que otros países son
propensos a caer en conflictos similares como consecuencia de la reubicación de
los peces, como el abadejo pasando gradualmente al este desde América a Rusia.
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