Manto
de flores en el área restringida de Postberg, dentro del parque nacional West
Coast, en Sudáfrica. (PAUL BRUINS)
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La
provincia de El Cabo Occidental goza de un clima mediterráneo. Los veranos son
bastante largos y secos, y en los meses de invierno lluevo mucho y de forma
torrencial. A medida que salimos de Ciudad del Cabo hacia el Norte, rumbo a
Namibia, el paisaje es cada vez más árido y estéril. La cercanía de la estepa y
el desierto se deja sentir poco a poco. Sin embargo, tras la temporada de
lluvias, durante aproximadamente un mes (finales de agosto y septiembre), tiene
lugar un acontecimiento espectacular. La tierra que más adelante tendrá colores
ocres y rojizos se cubre de hierba fresca y, sobre todo, de flores.
Uno de
los mejores lugares para observar este regalo de la naturaleza es el West Coast
National Park, a unos 90 kilómetros de Ciudad del Cabo. Es un parque pequeño y
prácticamente llano en el que las principales atracciones son la laguna
interior, separada del mar por una estrecha península, la playa sin fin de
Sixteen Mile Beach y, cómo no, las flores. Para poder verlas en su máximo
esplendor es recomendable visitarlo con los primeros rayos de sol tras unos
días de lluvia.
Al
parque se accede desde la R27 y la entrada para turistas cuesta 96 rands (algo
más de 7 euros); ciudadanos sudafricanos y residentes pagan la mitad. Desde la
entrada se toma una pista hacia el área restringida de Postberg, donde nos
esperan las flores. En esta época del año el acceso a pie está muy controlado,
por lo que si se quiere pasear hay que solicitar un permiso especial con
semanas o incluso meses de antelación. Por otro lado, también se puede visitar
la zona en coche siguiendo las rutas indicadas.
Postberg
parece sacado de un cuento. A un lado, el mar, con unas playas paradisíacas si
no fuera porque el agua está helada. Gélida. Al otro lado, la apacible laguna,
algo más templada y en la que se pueden realizar deportes acuáticos. Y en
medio, praderas llenas de color. Amarillo, blanco, violeta, rojo… No hay
grandes depredadores, pero puedes cruzarte en la carretera con un grupo de
avestruces o contemplar las orillas de la laguna llenas de flamencos y
pelícanos. También se pueden ver cebras, antílopes, gacelas y tortugas que
intentan cruzar las pistas lo más rápido posible. Desde Traarsbank, y con mucha
mucha suerte diría yo, se pueden contemplar las ballenas que llegan aquí desde
el antártico. En Kraalbaai, en el lado de la laguna, se encuentran las Huellas
de Eva, dejadas por un ser humano hace 117.000 años. Aviso para los que quieran
dejar las pistas y adentrase en las praderas a sacar una foto: ésta es una zona
semiárida y abundan las serpientes, algunas tan peligrosas como la cobra de El
Cabo. Así que ¡cuidado!
Y
después de una larga jornada y de una cerveza fresca en el restaurante de
Geelbek, uno regresa a Ciudad del Cabo con la sonrisa de oreja a oreja. El West
Coast National Park es una verdadera joya que merece la pena visitar
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