jueves, 19 de septiembre de 2013

Flores de primavera en Sudáfrica

El West Coast National Park es uno de los mejores lugares para presenciar ahora un acontecimiento espectacular.

Manto de flores en el área restringida de Postberg, dentro del parque nacional West Coast, en Sudáfrica. (PAUL BRUINS)
África tiene algo que engancha. Aunque Ciudad del Cabo es probablemente la más europea y cosmopolita de sus ciudades, si el viajero pretende encontrar aquí museos, plazas, parques y monumentos, se sentirá algo defraudado. Pero si uno aprecia la belleza que hay en los contrastes, en la diversidad cultural y se deja seducir por la naturaleza, éste es el lugar.

La provincia de El Cabo Occidental goza de un clima mediterráneo. Los veranos son bastante largos y secos, y en los meses de invierno lluevo mucho y de forma torrencial. A medida que salimos de Ciudad del Cabo hacia el Norte, rumbo a Namibia, el paisaje es cada vez más árido y estéril. La cercanía de la estepa y el desierto se deja sentir poco a poco. Sin embargo, tras la temporada de lluvias, durante aproximadamente un mes (finales de agosto y septiembre), tiene lugar un acontecimiento espectacular. La tierra que más adelante tendrá colores ocres y rojizos se cubre de hierba fresca y, sobre todo, de flores.

Uno de los mejores lugares para observar este regalo de la naturaleza es el West Coast National Park, a unos 90 kilómetros de Ciudad del Cabo. Es un parque pequeño y prácticamente llano en el que las principales atracciones son la laguna interior, separada del mar por una estrecha península, la playa sin fin de Sixteen Mile Beach y, cómo no, las flores. Para poder verlas en su máximo esplendor es recomendable visitarlo con los primeros rayos de sol tras unos días de lluvia.

Al parque se accede desde la R27 y la entrada para turistas cuesta 96 rands (algo más de 7 euros); ciudadanos sudafricanos y residentes pagan la mitad. Desde la entrada se toma una pista hacia el área restringida de Postberg, donde nos esperan las flores. En esta época del año el acceso a pie está muy controlado, por lo que si se quiere pasear hay que solicitar un permiso especial con semanas o incluso meses de antelación. Por otro lado, también se puede visitar la zona en coche siguiendo las rutas indicadas.

Postberg parece sacado de un cuento. A un lado, el mar, con unas playas paradisíacas si no fuera porque el agua está helada. Gélida. Al otro lado, la apacible laguna, algo más templada y en la que se pueden realizar deportes acuáticos. Y en medio, praderas llenas de color. Amarillo, blanco, violeta, rojo… No hay grandes depredadores, pero puedes cruzarte en la carretera con un grupo de avestruces o contemplar las orillas de la laguna llenas de flamencos y pelícanos. También se pueden ver cebras, antílopes, gacelas y tortugas que intentan cruzar las pistas lo más rápido posible. Desde Traarsbank, y con mucha mucha suerte diría yo, se pueden contemplar las ballenas que llegan aquí desde el antártico. En Kraalbaai, en el lado de la laguna, se encuentran las Huellas de Eva, dejadas por un ser humano hace 117.000 años. Aviso para los que quieran dejar las pistas y adentrase en las praderas a sacar una foto: ésta es una zona semiárida y abundan las serpientes, algunas tan peligrosas como la cobra de El Cabo. Así que ¡cuidado!

Y después de una larga jornada y de una cerveza fresca en el restaurante de Geelbek, uno regresa a Ciudad del Cabo con la sonrisa de oreja a oreja. El West Coast National Park es una verdadera joya que merece la pena visitar

Fuente: El País 

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