En 2011, Hobsbawm dijo que sentía "excitación" y "alivio" por las revoluciones árabes. |
Hobsbawn murió en la mañana del lunes en un hospital en
Londres a sus 95 años, después de una larga enfermedad. El anuncio lo dieron su
esposa, Marlene, su hija Julia, una importante consultora, y sus hijos Andy y
Josep.
Aunque sus críticos siempre le achacaron su renuencia a
reconocer los defectos de la
Unión Soviética , es difícil no encontrar la obra de Hobsbawn
en la selección de lecturas de las clases de historia en las universidades del
mundo entero.
La relevancia de su trabajo historiográfico no solo se debe
a que hizo una rigurosa documentación de los siglos XIX y XX, sino que en ella
practicó la aceptación de que cada cual es hijo de su tiempo.
En su autobiografía, que más que una serie de memorias es
una investigación sobre sí mismo y su entorno, Hobsbawm dice: "Pertenezco
a la generación para quienes la revolución bolchevique representó una esperanza
para el mundo".
La historia de vida de Eric Hobsbawn es una historia del siglo
XX porque su subjetividad -el tiempo y el espacio desde donde escribía el
británico- siempre fueron una parte esencial de sus análisis.
Historia desde abajo
Nació en Alejandría, Egipto, en el año de la revolución
rusa, 1917. Su padre era un mercader británico y su madre, una escritora
austriaca. Eran judíos de Polonia. Ambos murieron durante la Gran Depresión de
los 30 cuando Eric, quien creció entre Viena y Berlín, tenía 14 años.
"Cualquiera que vio el ascenso de Hitler de primera
mano no podría haber evitado el ser moldeado por esto políticamente. Ese chico
está todavía dentro de mí, siempre lo estará", dijo Hobsbawm hace diez
años.
Parte de su defensa de la Unión Soviética
tiene que ver con el argumento de que el comunismo acabó con el nazismo alemán,
un fenómeno que Hobsbawm vio con los ojos de un estudiante de historia en
Cambridge, una universidad donde Marx, el padre del comunismo, se leía con
admiración en ese tiempo.
De joven, Hobsbawm fue crítico de jazz de la revista The New Statesman. Firmaba con el seudónimo Francis Newton. |
Tal vez por su filiación política fue que el marxista no
llegó a ser profesor hasta 1970. Hobsbawm fue miembro del Partido Comunista
británico y visitó varias veces el Kremlin, aunque más de una vez manifestó sus
disgustos sobre el sistema comunista; en 1956, por ejemplo, se retiró del
Partido después de que Nikita Krushev, líder comunista, les ordenó a sus tropas
entrar con tanques a Budapest.
Pero si bien su tendencia ideológica pudo haber perjudicado
su objetividad, Hobsbawm, como escribió en su libro "Sobre la
historia", no estaba interesado en una historia científica.
La corriente historiográfica de la historia social que fundó
con sus compañeros de Cambridge era una respuesta a los métodos del positivismo
del siglo XIX, que creía en una historia objetiva y comprobable.
Parte del cambio metodológico fue que los héroes ya no eran
los reyes o los jefes de Estados, sino la sociedad. En una de sus primeras
investigaciones, Hobsbawm se fue a trabajar con obreros en Inglaterra y en el
resultado manifestaba, abiertamente, su admiración por los trabajadores.
Historia del siglo XX
Una de las teorías más importantes del Hobsbawm, que también
se desempeñó como reseñista de jazz, fue las del siglo XX corto.
Según él, los cortes de los periodos en la historia no los
marcan los años, sino los procesos sociales y económicos.
Por eso en su libro de 640 páginas "Historia del Siglo
XX", que ha sido traducido a 40 idiomas y se puede considerar como su obra
más celebrada, Hobsbawm argumenta que el siglo XX empezó cuando terminó la Primera Guerra
Mundial, en 1917, y terminó con la caída del Muro de Berlín, en 1989.
Hobsbawm sostiene que el fin de la Primera Guerra
acabó con un orden de poder heredado del siglo anterior y que después de 1917
empezó un nuevo episodio protagonizado por dos potencias, EE.UU. y la Unión Soviética.
Tras la disolución de la
Unión Soviética , argumentaba, empezó un nuevo capítulo en la
historia que tenía a Estados Unidos como único poder global.
Hobsbawn se retiró del Partido Comunista británico después
de que
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En América Latina
Por su interés en las revoluciones y la adaptación de la
sociedad al capitalismo de Occidente, Hobsbawm viajó a América Latina más de
una vez. Estuvo unos meses en Colombia y visitó Argentina en varias
oportunidades.
No hace mucho dijo en una entrevista que se sentía más en
casa en Sudamérica, porque allí se seguía utilizando el viejo lenguaje de la
política que él conoció: revolución, socialismo, comunismo y marxismo.
Su explicación de la guerra de las Malvinas o Falklands, por
ejemplo, se basaba en una teoría sobre el "patrioterismo" de la clase
obrera británica.
Y es que la gran preocupación de Hobsbawm siempre fueron las
supuestas injusticias del sistema capitalista. Hace poco le dijo a un colega
historiador que quería ser recordado como "alguien que no solo mantiene la
bandera volando, sino que demostró que al agitarla se puede lograr algo".
La suya era la bandera de la justicia social. En uno de sus
últimos ensayos sentenció: "La injusticia social necesita ser denunciada y
combatida [...] El mundo no se va a arreglar por sí solo".
Fuente: BBC
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