lunes, 1 de octubre de 2012

Murió Eric Hobsbawm, uno de los historiadores más importantes del siglo XX

En 2011, Hobsbawm dijo que sentía "excitación" y "alivio" por las revoluciones árabes.
A fines de 2011 dijo que la Primavera Árabe le generó un sentimiento de "excitación" y "alivio" que le recordaba a las revoluciones liberales de 1848: "Dos años después de 1848 parecía como si todo hubiera fracasado. Pero a largo plazo, no había fallado".

Hobsbawn murió en la mañana del lunes en un hospital en Londres a sus 95 años, después de una larga enfermedad. El anuncio lo dieron su esposa, Marlene, su hija Julia, una importante consultora, y sus hijos Andy y Josep.

Aunque sus críticos siempre le achacaron su renuencia a reconocer los defectos de la Unión Soviética, es difícil no encontrar la obra de Hobsbawn en la selección de lecturas de las clases de historia en las universidades del mundo entero.

La relevancia de su trabajo historiográfico no solo se debe a que hizo una rigurosa documentación de los siglos XIX y XX, sino que en ella practicó la aceptación de que cada cual es hijo de su tiempo.

En su autobiografía, que más que una serie de memorias es una investigación sobre sí mismo y su entorno, Hobsbawm dice: "Pertenezco a la generación para quienes la revolución bolchevique representó una esperanza para el mundo".

La historia de vida de Eric Hobsbawn es una historia del siglo XX porque su subjetividad -el tiempo y el espacio desde donde escribía el británico- siempre fueron una parte esencial de sus análisis.

Historia desde abajo

Nació en Alejandría, Egipto, en el año de la revolución rusa, 1917. Su padre era un mercader británico y su madre, una escritora austriaca. Eran judíos de Polonia. Ambos murieron durante la Gran Depresión de los 30 cuando Eric, quien creció entre Viena y Berlín, tenía 14 años.

"Cualquiera que vio el ascenso de Hitler de primera mano no podría haber evitado el ser moldeado por esto políticamente. Ese chico está todavía dentro de mí, siempre lo estará", dijo Hobsbawm hace diez años.

Parte de su defensa de la Unión Soviética tiene que ver con el argumento de que el comunismo acabó con el nazismo alemán, un fenómeno que Hobsbawm vio con los ojos de un estudiante de historia en Cambridge, una universidad donde Marx, el padre del comunismo, se leía con admiración en ese tiempo.

De joven, Hobsbawm fue crítico de jazz de la revista The New Statesman. Firmaba con el seudónimo Francis Newton.
Tal vez por su filiación política fue que el marxista no llegó a ser profesor hasta 1970. Hobsbawm fue miembro del Partido Comunista británico y visitó varias veces el Kremlin, aunque más de una vez manifestó sus disgustos sobre el sistema comunista; en 1956, por ejemplo, se retiró del Partido después de que Nikita Krushev, líder comunista, les ordenó a sus tropas entrar con tanques a Budapest.

Pero si bien su tendencia ideológica pudo haber perjudicado su objetividad, Hobsbawm, como escribió en su libro "Sobre la historia", no estaba interesado en una historia científica.

La corriente historiográfica de la historia social que fundó con sus compañeros de Cambridge era una respuesta a los métodos del positivismo del siglo XIX, que creía en una historia objetiva y comprobable.

Parte del cambio metodológico fue que los héroes ya no eran los reyes o los jefes de Estados, sino la sociedad. En una de sus primeras investigaciones, Hobsbawm se fue a trabajar con obreros en Inglaterra y en el resultado manifestaba, abiertamente, su admiración por los trabajadores.

Historia del siglo XX

Una de las teorías más importantes del Hobsbawm, que también se desempeñó como reseñista de jazz, fue las del siglo XX corto.

Según él, los cortes de los periodos en la historia no los marcan los años, sino los procesos sociales y económicos.

Por eso en su libro de 640 páginas "Historia del Siglo XX", que ha sido traducido a 40 idiomas y se puede considerar como su obra más celebrada, Hobsbawm argumenta que el siglo XX empezó cuando terminó la Primera Guerra Mundial, en 1917, y terminó con la caída del Muro de Berlín, en 1989.

Hobsbawm sostiene que el fin de la Primera Guerra acabó con un orden de poder heredado del siglo anterior y que después de 1917 empezó un nuevo episodio protagonizado por dos potencias, EE.UU. y la Unión Soviética. Tras la disolución de la Unión Soviética, argumentaba, empezó un nuevo capítulo en la historia que tenía a Estados Unidos como único poder global.

Hobsbawn se retiró del Partido Comunista británico después de que la Unión Soviética invadió Hungría con tanques en 1956.
En América Latina

Por su interés en las revoluciones y la adaptación de la sociedad al capitalismo de Occidente, Hobsbawm viajó a América Latina más de una vez. Estuvo unos meses en Colombia y visitó Argentina en varias oportunidades.

No hace mucho dijo en una entrevista que se sentía más en casa en Sudamérica, porque allí se seguía utilizando el viejo lenguaje de la política que él conoció: revolución, socialismo, comunismo y marxismo.

Su explicación de la guerra de las Malvinas o Falklands, por ejemplo, se basaba en una teoría sobre el "patrioterismo" de la clase obrera británica.

Y es que la gran preocupación de Hobsbawm siempre fueron las supuestas injusticias del sistema capitalista. Hace poco le dijo a un colega historiador que quería ser recordado como "alguien que no solo mantiene la bandera volando, sino que demostró que al agitarla se puede lograr algo".

La suya era la bandera de la justicia social. En uno de sus últimos ensayos sentenció: "La injusticia social necesita ser denunciada y combatida [...] El mundo no se va a arreglar por sí solo".

Fuente: BBC

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