En 1896, cuando el barón Pierre de Coubertin inició en
Atenas la era moderna de los Juegos Olímpicos, los convocó bajo un lema
inspirado en los míticos espectáculos que durante más de un milenio los griegos
dedicaron a Zeus: Citius. Altius. Fortius (Más rápido. Más alto. Más fuerte).
Sin embargo, en cada nueva edición de este encuentro que
congrega a atletas de elite llegados de los cuatro puntos cardinales, todos nos
preguntamos si esos cuerpos que parecen moldeados en titanio y engarzados en
engranajes de exquisita precisión seguirán haciendo honor al espíritu de
constante superación que expresan estas palabras.
¿Hasta cuándo pueden seguir mejorando las marcas y las
proezas pueden ser cada vez más deslumbrantes? ¿Nos estamos acercando al límite
de las capacidades humanas?
La multiplicidad de factores que inciden en el rendimiento
atlético hace difícil arriesgar una respuesta definitiva. "En las últimas
décadas, los récords mejoraron, en algunos casos, significativamente -dice el
doctor Norberto Debbag, cardiólogo y deportólogo del Club Atlanta-, pero esto
dependió no sólo de elementos intrínsecos, sino también extrínsecos. Los
primeros [propios del deportista], que siempre estuvieron y seguirán estando
presentes cuando se busque bajar un récord, están determinados por la condición
genética, la estatura, el tipo de fibras musculares predominantes... Los
segundos dependen de la planificación sistemática del entrenamiento, de la
mejora de las instalaciones, de las condiciones climáticas, de la tecnología,
de la aplicación de investigaciones que descubren cuál es la mejor
técnica..."
El libro Guinness de los Récords ilustra esta conjunción
estelar cuando relata cómo obtuvo su marca más famosa el maratonista etíope
Haile Gebrselassie. "[Haile] ya había establecido un tiempo récord de 2
horas, 4 minutos y 26 segundos en la maratón de Berlín de 2007, y volvió a
participar con la esperanza de mejorar este increíble tiempo" -cuenta-. Leyenda
viva en su Etiopía natal (...), en 2008, estaba totalmente preparado para lo
que iba a ser la maratón más rápida de la historia. Ese año, con anterioridad,
había afirmado: «Seguro, es posible hacerlo en menos de 2 horas, 4 minutos,
pero todo tiene que ser perfecto». En el evento, Gebrselassie cruzó la línea de
meta en el asombroso tiempo de 2 horas, 3 minutos y 59 segundos. "Realmente,
había corrido la carrera perfecta."
SEGÚN PASAN LOS AÑOS
Pero si bien está claro que las marcas mejoran, también es
cierto que en las últimas décadas parecen cada vez más difíciles de superar.
"Tomemos como ejemplo la natación -propone Osvaldo
Arsenio, docente, director nacional de Deportes y presidente de la comisión
técnica de la
Federación Internacional de Natación-. En los primeros juegos
de Atenas, los 100 metros
libres se ganaron en 1m, 22s. En Londres, el que gane va a bajar los 47
segundos, un avance impresionante. Para hacerse una idea del avance, hoy,
cualquier chico normal de nueve años de la Argentina o de cualquier país del mundo que se
entrene todos los días ¡puede nadar los cien metros libres en 1m 22s! Hace unas
tres décadas, tuve un chico de 12 años que hizo los cien metros en 59
segundos... Imagínese lo que se ha progresado."
Uno de los principales determinantes de la superación es el
entrenamiento, un proceso que se estudia hasta en sus más mínimos detalles.
"Aunque seguramente Weissmüller iba más rápido, en cantidad de piletas, la
práctica del célebre Tarzán era similar a lo que hoy le indican los cardiólogos
a un septuagenario que tuvo un infarto -afirma Arsenio-. Y en ese tiempo, la
gente decía que el entrenador poco menos que lo iba a matar..." Y
enseguida agrega: "Pero aunque los récords son más difíciles de batir,
cada vez nos acercamos más al límite".
"Las marcas mejoraron considerablemente durante el
siglo XX -coincide el doctor Héctor Kunik, presidente de la Asociación Metropolitana
de Medicina del Deporte-. Esto es consecuencia de los avances tecnológicos, la
detección de talentos, los cambios en la nutrición de los atletas y las técnicas
de entrenamiento. Sin embargo, la frecuencia de nuevos récords mundiales
obtenidos legalmente, sin la utilización de elementos prohibidos, disminuyó
considerablemente."
En lo que hace al corazón, una pieza indispensable en el
esfuerzo deportivo, el doctor Juan Carlos Parodi, cardiólogo y jefe de Cirugía
Vascular de los sanatorios de la
Trinidad, se permite disentir. "Con ejercitación, se
puede aumentar cada vez más el rendimiento cardíaco -dice-. En un corazón
entrenado, baja la frecuencia y aumenta la potencia de bombeo. Hay gente que es
prácticamente inagotable."
EL "SEGUNDO ALIENTO"
Según explica el especialista, contrariamente a lo que
podría creerse, cuando se realizan esfuerzos extremos, el último en sentir el
agotamiento es el músculo. "Lo primero que se fatiga es la neurona,
después el axón [prolongación que conduce el impulso nervioso] y, por último,
el músculo -subraya-. Por eso los deportistas hablan del «segundo aliento»; si
persisten, se recuperan, y pueden seguir adelante."
A pesar de que el entrenamiento tiene un papel protagónico
en los logros atléticos, Kunik advierte que la relación no es lineal. "Es
frecuente suponer que a más entrenamiento, mayor será la respuesta física al
ejercicio -dice-. Sin embargo, esto es relativo, ya que después de un
determinado umbral individual, no se observa incremento de la capacidad
funcional del atleta, e inclusive ésta puede decrecer. «Mas» no necesariamente
es «mejor»."
Como destacan los expertos, los avances también vienen de la
tecnología, la ropa, el calzado. "La garrocha, por ejemplo -recuerda
Arsenio-, que al comienzo era de madera, ahora es de fibra de vidrio. Y hasta
hay una especial para cada distancia que se quiere alcanzar." Según
consigna la revista científica Physics World, el diseño de la jabalina debió
ser modificado a mediados de los años ochenta (desplazando unos cuatro
centímetros hacia la punta el centro de gravedad) porque algunos atletas podían
lanzarla a más de 90
metros, lo que ponía en riesgo a los espectadores. La
introducción de los trajes de baño de poliuretano, que finalmente fueron
prohibidos, también resultó en un descenso abrupto de las marcas.
CAPACIDADES Y LÍMITES
"Si entendemos el rendimiento deportivo como la
interacción de multitud de factores de muy diversa índole que influyen en los
resultados deportivos, podríamos plantear la hipótesis de que si conseguimos
que todos estos factores se desarrollen por completo en todos y cada uno de los
deportistas que compiten, habríamos alcanzado el límite del rendimiento deportivo
y serían imposibles nuevos récords. Diversos autores han trabajado en esta
línea y han profetizado los tiempos que tardarían en batirse los diversos
récords con éxito dispar", especula un editorial de la Revista Andaluza
de Medicina del Deporte.
Un trabajo publicado en PLoS One en febrero de 2008, y
firmado por Geoffroy Berthelot y colegas, concluye que en 1896 los atletas
empleaban el 75% de su capacidad potencial, pero que en la actualidad ya están
utilizando el 99 por ciento.
Según estos investigadores, las fronteras fisiológicas se
alcanzarán en una generación. "Esto tendrá un impacto en las futuras
condiciones del entrenamiento atlético y en la organización de las
competencias. También podría alterar el lema y el espíritu olímpicos", sentencian.
Fuente: La
Nación