La cumbre Río+20 terminará hoy en Brasil en medio del
rechazo de la sociedad civil, expresado por documentos, en multitudinarias
marchas de protesta y por duros ataques de ambientalistas, que
responsabilizaron principalmente a los países ricos del "desastre" de
la más grande conferencia de la historia de la ONU.
"El resultado es nada menos que un desastre. El interés
por proteger las ganancias de corto plazo de las corporaciones se impuso al
interés común", expresó el representante de Greenpeace, Daniel
Mittler, quien criticó duramente la "hipocresía" de los países ricos,
en especial los de la
Unión Europea (UE), que lamentaron la "escasa
ambición" del documento final.
"Los países ricos han creado una nueva definición de
hipocresía. Vinieron sin dinero y sin compromisos y pidieron acción, como si no
fueran ellos los que obstaculizan el progreso. Dieron dinero a los bancos
gananciosos, gastan un billón de dólares en subsidios perjudiciales y dicen que
no tienen dinero para el desarrollo sostenible", agregó.
Greenpeace criticó asimismo la "alianza" de
Venezuela, que se unió a Estados Unidos, Canadá y Rusia para evitar el
lanzamiento inmediato de negociaciones para proteger las aguas oceánicas fuera
de las jurisdicciones nacionales: "Ahí vemos que cuando hay interés
económico, los países olvidan las diferencias ideológicas y saltan juntos a la
cama", expresó el director ejecutivo de la organización, Kumi Naidoo.
También el director ejecutivo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Lasse
Gustavsson, lamentó el desenlace de la más grande conferencia de la historia de
la ONU :
"Después de dos años de diplomacia sofisticada de la ONU , hemos llegado a algo que
sólo nos dará más pobreza, más conflicto y más destrucción ambiental".
También la ex primera ministra noruega Gro Harlem
Brundtland, integrante de la organización "The Elders" (los
ancianos), fundada por Nelson Mandela, afirmó que la declaración de Río+20
"no hace lo suficiente para poner a la humanidad en un camino
sostenible".
Pese a la indignación generada por el documento, tanto el
anfitrión Brasil como otros gobiernos que participan en la cita carioca
sostienen que la declaración refleja "el acuerdo posible", y que ya
no será modificada: "A veces, lo mejor es enemigo de lo bueno", dijo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
Para Brasil, la cita no fue un fracaso, ya que sentó las
bases para la definición hasta 2014 de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
y de sus mecanismos de financiamiento, creó un foro de alto nivel para
coordinar la transición hacia una "economía verde", estableció un
plan de 10 años para abandonar el modelo insostenible de producción y consumo,
entre otras cosas.
El coordinador brasileño de la cita, el embajador Luiz
Alberto Figueiredo, sostuvo por su parte que ésta ha sido la conferencia de la ONU que más espacio dio a la
participación de la sociedad civil, lo que consideró como un importante paso
adelante.
Pero los representantes de la sociedad civil invitados a
participar en los debates no estuvieron de acuerdo y anunciaron en una nota
que no apoyan la declaración final bautizada de "El Futuro que
Queremos".
"El Futuro que Queremos no está en el documento que
lleva este nombre... El futuro que queremos... tiene la urgencia necesaria para
revertir las crisis social, ambiental y económica, y no postergación. Tiene
cooperación y sintonía con la sociedad y sus anhelos, y no sólo las cómodas
posiciones de gobierno", afirma el texto.
"Registramos nuestra honda decepción con los jefes de
Estado, pues fue bajo sus órdenes y orientaciones que trabajaron los
negociadores, y aclaramos que la sociedad civil no apoya ni subscribe este
documento", agrega.
Fuente: EFE