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EUROPA PRESS
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Según un estudio del departamento de geología de la Universidad de Oviedo, las
algas captan más CO2 atmosférico cuando la concentración de esta molécula en el
aire sobrepasa las 500 partes por millón, situación que, según las emisiones
actuales, se alcanzará "de sobra" antes de final de siglo.
De este modo, la coautora del estudio, Heather Stoll, ha explicado que
estas plantas podrían "ayudar a suavizar el aumento de gases de efecto
invernadero".
Además,
Stoll ha remarcado en otra de las conclusiones de la investigación, es que una disminución del CO2
atmosférico fue el responsable del enfriamiento repentino del planeta hace
entre siete y cinco millones de años. Por lo que, en última instancia, una
mayor captura de dióxido de carbono por parte de las algas, podría contribuir
al enfriamiento de la Tierra en un futuro cercano.
El
proyecto, financiado por el Consejo de Investigación Europeo (European Research
Council), ha descubierto que la capa de carbonato cálcico que recubre un tipo
de microalgas modifica su composición en función de si el carbono que la planta
utiliza para su crecimiento es mayoritariamente el CO2, a través de la
fotosíntesis, o no.
Así,
mediante el estudio de los fósiles de conchas que se han ido depositando en el
fondo marino y que una vez pertenecieron a algas vivas, se ha podido estudiar
de qué manera ha podido influir las fluctuaciones de dióxido de carbono en los
últimos 60 millones de años, y, los resultados aclaran tanto la adaptación de
las algas a distintas concentraciones de CO2, como el historial de cambios en
el CO2 atmosférico.
LA
FOTOSÍNTESIS ES EL "PREFERIDO"
En este
sentido, la fotosíntesis, mecanismo que comparte con el resto de plantas de la
Tierra, es la opción "preferida" de las algas para captar el carbono
que necesitan para construir sus estructuras.
Pero
cuando hay poco dióxido de carbono en la atmósfera, este proceso se vuelve
lento por lo que el alga ha desarrollado mecanismos para obtener carbono
"extra" de compuestos disueltos abundantemente en los océanos como el
bicarbonato sódico.
Esta
adaptación les permite vivir, pero les supone un coste energético mayor, por lo
que cuando aumentan la disponibilidad del gas en el aire, vuelven a la fotosíntesis.
Así, el
estudio de los restos calcáreos demuestran que las algas empezaron a depender
mucho de las fuentes de carbono "extra" en un periodo relativamente
reciente, hace entre 7 y 5 millones de años.
Stoll
explica que estos datos indican que el CO2, en ese intervalo de tiempo,
descendió de manera "crítica", un resultado que coincide con las
evidencias del enfriamiento del océano.
Por
último, señala que hasta ahora las únicas medidas directas del CO2 del pasado
se referían a los últimos 800.000 años y demostraban una relación muy estrecha
entre temperatura y el CO2, pero en periodos mas fríos que el actual. Para
periodos previos -durante los últimos diez millones de años- había que
emplear indicadores indirectos.
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