Un hombre llena una canasta sobre la cabeza de una niña, con carbón extraído ilegalmente en una mina abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer |
Sanjay Chhetri y Surya Limu no deberían tener tanto en
común. Uno tiene 13 años, el otro 17: un mundo de diferencia a esas edades. Uno
es oriundo de Shillong, la capital de estado indio de Meghalaya; el otro es un
nepalés que vive en Rymbai, un pueblo del mismo estado.
Ambos, sin embargo, viven con el mismo miedo: que el lugar
en el que trabajan un día se colapse y les entierre vivos. Sanjay y Surya son
solo dos ejemplos del suplicio de los niños mineros en India, cuyo diminuto
físico se aprovecha para que los menores pasen por pasajes angostos, hasta
claustrofóbicos, y salgan, doce horas después, con un carro lleno de carbón.
Sanjay mide poco más de un metro y 30 centímetros: perfecto
para abrirse camino entre el laberinto de escaleras precarias y arrastrarse por
diminutos túneles. Cada mañana desde hace siete meses se despierta de noche y
empieza su rutina que consiste, todavía, en no dar un paso en falso y caer
cincuenta metros escalera abajo.
En cuanto llega al fondo, es cuestión de introducirse en el
túnel de 60
centímetros de altura en el que esté trabajando e
intentar colar también su linterna, sus dos piquetas y su carrito. Doce horas
después, o lo que tarde en haber llenado el carrito de carbón, será recompensado
con 200 rupias (cuatro dólares estadounidenses; menos de tres euros). Más de lo
que ganan sus padres como jornaleros.
Sanjay no duda al describir su trabajo como una pesadilla:
"Es aterrador imaginar que se me va a caer el túnel encima mientras trabajo",
ilustra. "Es un trabajo muy difícil: hay que hacer mucho esfuerzo para
sacar el carrito en cuanto lo has llenado de carbón".
Sus padres lo saben. Le piden que deje ese trabajo, que se
vaya con ellos. Pero Sanjay no quiere. "Necesito ahorrar dinero para
volver a la escuela. Echo de menos a mis compañeros y aún recuerdo algunas
lecciones. Aún tengo mis sueños", añade.
Su drama es el de muchos otros niños pero no el de Surya. A
sus 17 años, hace poco que se ha sumado al ejército de menores que cavan en las
minas de Rymbai como única vía de supervivencia. Su padre murió cuando él
todavía vivía en Nepal. Fue en un incendio. Dejó atrás una viuda y dos hijos.
Desde entonces, Surya ha abandonado toda esperanza de
educarse para aspirar a un trabajo mejor. "Claro que me da miedo, pero,
¿qué le voy a hacer?", explica. "Necesito dinero, ¿cómo voy a
sobrevivir si no?".
¿Tiene Surya 17 años? Es difícil saberlo. Sus facciones, de
niño pequeño, apuntan a una edad diferente. Y en estas minas, lo normal es
mentir para conseguir trabajo. "No paran de llegar niños de todas
partes", explica Kumar Subba, uno de los jefes de la mina. "Y mienten
sobre su edad; te dicen que tienen 20 años cuando en realidad se les ve en la
cara que son mucho, mucho más jóvenes".
La explotación infantil no es legal en India: quien sea
encontrado culpable de dar trabajo a menores de edad es condenado a cárcel sin
posibilidad de fianza. Sobre todo en las minas, donde una ley de 1952 prohíbe
específicamente la contratación de menores de 18 años.
Sin embargo, estados como Meghalaya tienen una población
predominantemente tribal, donde la costumbre se impone a la ley: el dueño del
terreno que albergue una mina puede explotarla para venderle carbón al estado
sin interferencia de las leyes.
¿El resultado? Se calcula que unos 70.000 niños encerrados
en la pesadilla de las minas, mientras otros se emplean en los depósitos. Los
accidentes y los entierros son cosa de todos los días, algo que empeora con el
tiempo (la perforación se hace de forma improvisada, sin una planificación que
evite que las minas sean cada vez más inestables).
A los niños heridos no se les compensa por la baja. Lo único
que les queda para aguantar son sus sueños. Aunque para muchos esté cada vez
más claro que no son nada más que eso: sueños.
LOS NIÑOS MINEROS DE LA INDIA
En el estado indio de Jharkhand, tiernos rostros manchados
de carbón asoman en el agreste paisaje con pesadas cestas sobre la cabeza.
Niños y adolescentes ponen en riesgo su salud, y hasta sus vidas, a cambio de
un salario miserable con el que ayudan a sus familias. Aunque el trabajo
infantil es ilegal en la India ,
los pequeños son expuestos a todo tipo de explotación, a veces impulsados por
la pobreza: otras, obligados por sus propios padres.
Jóvenes cargan canastas sobre sus cabezas, llenos de con
carbón extraído ilegalmente en una mina abierta en la villa Bokapahari, en el
oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer
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Jóvenes cargan canastas sobre sus cabezas, llenos de con carbón extraído ilegalmente en una mina abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer, file |
Una niña pica piedras en busca de carbón, en una mina
abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer, file
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Un hombre pica piedras en busca de carbón, en una mina
abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer
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Jóvenes cargan canastas sobre sus cabezas, llenos de con carbón extraído ilegalmente en una mina abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer |
Vista general del humo que asciende desde las profundidades de una mina de carbón a cielo abierto en la localidad de Bokapahari, en el estadio indio de Jharkhand. Foto Kevin Frayer |
Perros callejeros son vistos a las afueras de una mina de carbón a cielo abierto en la villa de Bokapahari, estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer |
Un hombre carga un bloque de carbón extraído ilegalmente en una mina abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer |
Un joven pica piedras en busca de carbón, en una mina
abierta en la villa Bokapahari, en el oriental estado de Jharkhand, India. Foto Kevin Frayer
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Fuente: Yahoo! España
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