Pese a que Kenia tiene una de las leyes más estrictas contra la caza furtiva, esto no detiene la muerte de elefantes. |
Aterrorizados, los elefantes deben haber buscado
seguridad manteniéndose en grupo. Sin embargo, todo fue en vano. Una línea
gruesa de sangre ennegrecida marcó el rastro de sus últimos momentos.
En diciembre, nueve elefantes fueron encontrados
muertos fuera del Parque Nacional Tsavo, en el sureste de Kenia. Este mes, una
familia de doce ejemplares fue cazada a tiros en la misma zona.
En ambos casos los rostros de los elefantes
fueron mutilados para remover sus colmillos. El resto fue dejado a los gusanos
y a las moscas.
"Ese es un número muy grande para un solo
incidente", dijo Samuel Takore, del Servicio de Vida Salvaje de Kenia (KWS
por sus siglas en inglés). "No habíamos tenido esa clase de incidente en
años recientes. Creo que el último ocurrió antes de que yo ingresara al
servicio".
Takore ingresó al KWS en los años '80 y sus
observaciones corroboran un amplio patrón: en toda África la cacería furtiva
está en su punto más alto en 20 años.
Durante la década de los '80 más de la mitad de
los elefantes africanos fueron borrados del mapa, la mayoría por cazadores
furtivos en busca de marfil.
Pero en enero de 1990, numerosos países
alrededor del mundo firmaron una prohibición internacional para el comercio de
marfil. Esto hizo que la demanda disminuyera considerablemente.
La consecuencia directa fue que la población de
elefantes aumentó de nuevo. Sin embargo, en años recientes estos avances se han
venido a menos.
¿Es China la culpable?
Se estima que 25.000 elefantes fueron cazados en
2011. Las cifras para 2012 todavía no han sido totalizadas pero es casi seguro
que serán mayores.
Grupos conservacionistas han creado
guardaparques que actúan como paramilitares.
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Los defensores de los animales ya están
señalando a China como la culpable.
"China es el principal comprador de marfil
en el mundo", aseguró el doctor Esmond Martin, conservacionista e
investigador que ha estado décadas siguiendo los movimientos del tráfico ilegal
de marfil en el planeta.
Recientemente regresó a Nigeria donde condujo
una inspección visual de la venta de marfil en la ciudad de Lagos. Sus
hallazgos son alarmantes.
Martin y sus colegas contabilizaron más de
14.000 colmillos de marfil trabajado y en bruto en un solo lugar: el mercado de
Lekki en Lagos.
La última inspección, llevada a cabo en el mismo
mercado en 2002, contabilizó 4.000, lo que representa la triplicación de la
cifra en una década.
De acuerdo a los hallazgos de la investigación,
Nigeria es el centro del boom del tráfico
ilegal de marfil en África.
El apetito chino por el marfil ha elevado drásticamente el tráfico internacional de colmillos de elefantes. |
En 2011, el gobierno nigeriano introdujo una
estricta legislación para prohibir el comercio de marfil, haciendo ilegal su
exposición, publicidad, compra y venta.
Aún así -dice el doctor Martin- Lagos se ha
convertido en estos momentos en el mercado más grande para el comercio ilegal
en África.
"El marfil se mueve en todas direcciones
desde el este de África, desde Kenia a Nigeria", asegura. "Los
nigerianos están exportando colmillos a China. Países vecinos están exportando
marfil trabajado (a Nigeria)".
"Es un enorme depósito de colmillos que
llegan, colmillos que salen, marfil trabajado que llega, marfil trabajado que
sale, marfil que está procesándose."
Cazadores furtivos y paramilitares
Hablando mandarín, un traficante ilegal
nigeriano le ofreció "xiang ya", "marfil". Había montones
de marfil trabajado para la venta: brazaletes, peines, palitos chinos, cuentas
y collares.
Loldikir asegura que arrestar a los cazadores
furtivos es una pérdida de tiempo. Por ello afirma que disparan a matar.
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Otro traficante ofreció dos colmillos, a la
venta por US$400 el kilo. Cuando le preguntó cuánto marfil en bruto le podía
dar, el sujeto afirmó que 100 kilogramos o incluso más.
El incremento de la prosperidad en China aunada
a la llegada de inversores y trabajadores chinos a África ha hecho que la
demanda de marfil aumente considerablemente.
Kenia es el centro de uno de los mayores
esfuerzos para combatir la cacería furtiva en África.
Al igual que la KWS , comunidades locales y organizaciones
dedicadas a la conservación están suministrando sus propios contingentes de
guardaparques armados.
El Northern Rangelands Trust es una de ellas.
Tiene una "Unidad de Respuesta Rápida" compuesta por una docena de
hombres armados que acampan en las zonas donde los elefantes viven con el fin
de perseguir a cazadores furtivos.
La unidad es esencialmente una fuerza
paramilitar aprobada por el estado. El comandante, Jackson Loldikir, y sus
hombres visten ropa de camuflaje y están armados con rifles Kalashnikov.
Es un trabajo peligroso. Mientras estaban de
patrullaje,
el grupo fue embestido por una manada de elefantes nerviosos.
Uno de los guardaparques tuvo que disparar al
aire para evitar el choque con los animales.
Loldikir asegura que el arresto de cazadores
furtivos es una pérdida de tiempo. El procesamiento de éstos es raro y los
perpetradores generalmente salen de prisión tras el pago de una pequeña multa.
Lagos es el mayor mercado de marfil en África.
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Loldikir y sus hombres dicen que se ven
obligados a tomar medidas más drásticas.
"Cuando conseguimos a un cazador furtivo,
lo matamos", asevera. "La única forma de proteger a los animales es
matando al cazador furtivo".
Por ello son comunes las muertes y las heridas
de bala tanto en paramilitares como en cazadores.
"En mayo escuchamos un disparo. Nos
encontramos con cinco cazadores furtivos. Habían matado a un elefante. Por ello
les disparamos. Matamos a uno y recuperamos dos armas. Uno de nuestros hombres
resultó herido."
Sin embargo, los cazadores furtivos no se
detienen. Conservacionistas en Kenia están advirtiendo que a la tasa actual,
los elefantes podrían desaparecer pronto de la vida salvaje.
"Si los precios siguen subiendo y la caza
de elefantes continúa, en 15 años no habrá elefantes en la sabana del norte de
Kenia. Estoy absolutamente seguro", dijo Ian Craig, quien está al frente
del Northern Rangeland Trust.
"Donde sea que hay un elefante desprotegido
y hay armas, la gente lo va a matar. Valen mucho dinero."
Y lo que aplica a Kenia, aplica al resto de
África.
En un continente donde sobran las armas y la
pobreza es generalizada, el premio de la caza furtiva vale cualquier riesgo.
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