Johannesburgo 1995. La imagen de Mandela y Pienaar,
capitán de los Springboks, con la copa que simbolizó, nada menos, que el fin del Apartheid. |
Sudáfrica vivió durante casi medio siglo la cruel
desigualdad y una guerra civil generada por el Apartheid, un sistema social
impuesto por los gobiernos de minoría blanca, que separó a grupos étnicos y
dejó a la mayoría no blanca sin numerosos derechos, como el de votar y el de la
libre circulación por el territorio nacional, entre otros tantos.
Tal como lo demuestra el estupendo documental "Nelson
Mandela, el jugador Nº 16", el rugby era el símbolo de la violenta
división en las décadas del 70 y 80. Los blancos jugaban y alentaban a sus
Springboks y los negros se juntaban, donde los dejaban, para alentar a sus rivales
de turno, al punto tal de convertir a los All Blacks de Nueva Zelanda en el
equipo preferido para ellos.
La liberación de Nelson Mandela, parte de la resistencia al
Apartheid, tras 27 años de prisión, comenzó a cambiar el rumbo del país y del
deporte. Su idea de organizar un Mundial de Rugby allí en Sudáfrica modificó el
panorama. Su promesa de llevar adelante el certamen a cambio de libres
elecciones, lo catapultó a la presidencia, siendo el primero en ser elegido por
sufragios universales en su tierra.
En el Mundial, el deporte demostró cómo puede unir a los
pueblos y cambiar el rumbo político y social de una nación. Mandela apoyó a ese
equipo sudafricano lleno de jugadores de raza blanca. Y tras él se unió esa
gran mayoría que odiaba al equipo. La unión de las razas se consiguió con el
certamen, que mejor aún, quedó en manos del equipo local.
De ahí la relación entre Mandela y el rugby, dos símbolos en
estas tierras. A diferencia de países como Argentina o Brasil, aquí las
camisetas que más abundan por las calles y los negocios son las de los equipos
de rugby del país. Aún, cuando el recuerdo del mundial de fútbol de 2010 sigue
presente.
Cuando se habla de Madiba, como se lo llama al ex
presidente, se habla de cosas mayores. Por eso no es de extrañarse ver por todo
Ciudad del Cabo o por cualquier ciudad de Sudáfrica, montones de lugares con el
nombre del eterno líder, quien hoy está alejado de la política. Monumentos,
calles, edificios, estadios de fútbol, ciudades. Incluso, su imagen en murales
de iglesias o en los aviones de la aerolínea de bandera local. Todo, con el
nombre y la figura de Mandela. Un nombre que estará presente por siempre en
esta llamativa tierra de contrastes.
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