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miércoles, 1 de mayo de 2013

1º de Mayo: Día del Trabajador

Celebración del Día Internacional del Trabajo, en Moscú, Rusia, el 1 de mayo del 2013.(AP) 
El 1º de Mayo de 1886, un grupo de obreros estadounidenses se movilizó en reclamo de reivindicaciones laborales, entre ellas el pedido de reducción de la jornada laboral a 8 horas. La protesta, llevada a cabo inicialmente por 80.000 trabajadores, pronto desembocó en una huelga nacional que afectó a numerosas fábricas. La fuerza demostrada por los obreros en su reclamo marcó un antes y después en la historia laboral, instaurándose aquella fecha como el Día del trabajador.

martes, 25 de septiembre de 2012

Cómo será trabajar en 2025

¿Será así como interactuemos con colegas en el futuro?
¿Alguna vez deseó nunca haber conocido a su jefe y que sus colegas fueran hologramas? En menos de una generación podría ser la norma.

lunes, 10 de septiembre de 2012

La sobrecarga de mails en el trabajo aumenta el estrés


El exceso de correos electrónicos recibidos en el ámbito laboral se vincula a un aumento del estrés en los trabajadores. Así lo asegura un estudio realizado por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.

"El exceso de mails y de información en general acarrea riesgos sociales y psíquicos para los empleados y empobrece a la empresa", indicó la profesora responsable de la investigación, Caroline Sauvajol-Rialland.

El correo no deseado (spam), los Newsletter o mensajes que se reciben por suscripción, los mails abusivos o los mensajes electrónicos internos contribuyen a la saturación de los trabajadores que, al llegar cada día a la oficina, tienen que gestionar toda esa información.

La investigadora advierte de que el fenómeno de la "infobesidad", término popularizado en 1970 por el escritor estadounidense Alvin Toffler en su novela de "Future Shock", supone una amenaza tanto para la calidad de vida de los trabajadores como para la viabilidad de las empresas.

Según Sauvajol-Rialland, más del 90 % de las personas con responsabilidades en las empresas cree que el flujo de información que gestionan es excesivo, en tanto que el 70 % admite que está saturado por los datos que maneja.

La "sobrecarga de información" provoca además interrupciones cada 7 minutos aproximadamente, y cada trabajador emplea el 30 % de su jornada laboral en atender las llamadas o los mails, que cada vez exigen más inmediatez a la hora de responderlos, de manera que el propio empleado contribuye también a incrementar el exceso de intercambio de información, explicó la investigadora.

"Si un trabajador pasa tanto tiempo gestionando los mensajes, esa actividad puede llegar a superponerse a la actividad principal de la empresa, la actividad productiva", indicó.

PARADOJA

En ese momento, las nuevas tecnologías, creadas para gestionar de manera más simple y eficaz el flujo de información, estarían teniendo el efecto contrario. "Es paradójico", admitió.

Ante la cada vez mayor cantidad de información electrónica que deben tramitar los trabajadores (recordó que el volumen de información digital se duplica cada cuatro años), los responsables de derechos humanos, los sindicatos o los expertos en prevención de riesgos laborales empiezan a tener en cuenta el problema.

"Algunas empresas imparten formación especial a sus trabajadores sobre cómo utilizar las nuevas tecnologías de manera eficiente para gestionar la información", señaló Sauvajol-Rialland.

Algunas, incluso, han llegado a proponer que no se puedan recibir correos electrónicos por la tarde, cuando la jornada laboral ha concluido.

"Hay que reconocer el derecho al descanso", afirmó la investigadora, y aseguró que el uso por parte de los empleados del ordenador portátil u otros dispositivos móviles para recibir mensajes de la empresa "incrementa su estrés" y "mina", al final, la productividad de la compañía.

Fuente: La Nación

domingo, 3 de junio de 2012

Prepárese: en el futuro, todos autónomos


Los 'e-lancers' ofrecerán sus servicios por libre en Internet.
J. MIND (GETTY)

¿Cuáles serán las profesiones más demandadas y más lucrativas en el futuro? ¿Qué trabajos nos ofrecerán más salidas dentro de dos décadas? Acuicultor, nanomédico, webgardeners, microemprendedores, policía medioambiental, narrowcastes, bioinformático… Hoy parecen palabras incomprensibles; mañana, las tendremos todo el día en los labios.

Vivimos tiempos veloces e imprevisibles, en los que los avances de la tecnología y los retrocesos de la historia lo transforman todo de forma continua y el presente ha cambiado tanto que el futuro tampoco es ya lo que era.

El mundo laboral, cuyo porvenir está lleno de preguntas para las que de momento no existen respuestas, sino solo apuestas: ¿cuáles serán las profesiones más importantes y más lucrativas dentro de una o dos décadas, cuando ya no sea tan lógico soñar con ser médico, abogado o ingeniero de telecomunicaciones?

Los analistas, que en este terreno son una mezcla de sociólogos y adivinos, pronostican que algunos oficios que hoy parecen simple ciencia-ficción, como los de fabricante de órganos humanos, acuicultor en plantaciones submarinas, banquero de tiempo, bioinformático, creador de identidades digitales o nanomédico, estarán el día de mañana entre los más codiciados y mejor pagados. Aunque todos ellos serán muy solitarios, porque lo que sí parece evidente es que para entonces la mayoría de los ciudadanos serán lo que ya se conoce como e-lancers, es decir, personas que ofrecerán sus servicios por libre y desde sus casas, conectados unos a otros y con sus clientes a través de Internet. En cualquier caso, parece obvio que ha llegado el momento de prepararse para lo desconocido.

Un estudio de la consultora Fast Future pronostica que entre las 20 profesiones que mejor se adaptarán a los avances científicos y tecnológicos que se avecinan de aquí al año 2030 están las de granjero farmacéutico (que se dedicará a cultivar plantas modificadas genéticamente para que tengan a la vez propiedades alimenticias y terapéuticas), instructor para la tercera edad, geomicrobiólogo (cuyo fin será crear microorganismos que ayuden a eliminar la polución), policía medioambiental (un agente de la ley que luchará contra los ladrones de nubes y controlará el lanzamiento de cohetes de yoduro de plata para provocar lluvias, algo que ya se hace en India y en China), las ya mencionadas de nanomédico (una mezcla de doctor e informático que, entre otras cosas, nos podrá implantar microchips que aumenten nuestra memoria, igual que se hace con un ordenador) y fabricante de órganos (que será un reparador de la salud capaz de combinar cirugía plástica, mecánica robótica y clonación genética para remplazar las partes dañadas de nuestro cuerpo).

Pero todo cambio requiere personas dispuestas a organizarlo y por eso también estarán en primera línea los vendedores de talento, que buscarán a los profesionales mejor preparados y los colocarán en organizaciones de todo el planeta; o los gerentes del bienestar, encargados de la salud laboral en las empresas.

Otros problemas que ya sufrimos hoy, pero que se harán más grandes, son: la fragmentación, que dispersará cada vez más nuestras tareas, nos dejará sin tiempo y nos impedirá darle cohesión a nuestra vida; el aislamiento al que nos conducirá estar siempre conectados pero solo de forma virtual; la escasez de carburantes y la subida de sus precios, aunque en contrapartida se ahorrarán millones al trabajar desde casa y no tener que desplazarse; la exclusión de los pobres, que cada vez serán más y estarán a más distancia de las personas acomodadas, y la destrucción del ecosistema.

En ese último reto, cobrarán una enorme importancia los ingenieros de vehículos alternativos, que buscarán opciones ecosostenibles para el transporte, y los científicos especializados en la lucha contra el cambio climático. Podremos acogernos a la telepresencia en 3D para celebrar en una sola jornada laboral cuatro reuniones de negocios sucesivas en Tokio, Moscú, Río de Janeiro y Nueva Delhi; o comeremos frutas y verduras transgénicas, cultivadas por los agricultores verticales en las fachadas de los rascacielos o crecidas en los invernaderos espaciales que algunos arquitectos interplanetarios ya han diseñado para que sean construidos en la Luna y en Marte; pero nuestra lucha contra la enfermedad y la muerte será la misma.

Parece evidente que el kilómetro cero del futuro está en la palabra tecnología y, por eso, según vaticinan el estudio sobre las profesiones del futuro encargado por el Gobierno británico a Fast Future y otros, hechos por la empresa Iberestudios o por las universidades de Oxford y Barcelona, se acercan buenos tiempos para los abogados virtuales y los controladores de datos-basura, que nos protegerán de los hackers mezclando el Derecho y la Ingeniería Informática; y para los desarrolladores de aplicaciones para teléfonos móviles, los webgardeners, que se encargan de actualizar los contenidos de la Red, y los ayudantes de networking, que serán mitad educadores sociales, mitad relaciones públicas con objeto de mejorar nuestra integración social en Internet; o, como consecuencia de todo eso, para los psicólogos a distancia, que tratarán las adicciones y síndromes que los internautas puedan contraer mientras navegan. También les irá bien a los telecomunicólogos, que serán quienes mantengan la interconexión masiva de computadoras en un mundo en el que prácticamente nadie carecerá de una; y, por supuesto, a los creadores de videojuegos. Todo lo cual vuelve a decirnos que en el fondo van a cambiar más las formas que los moldes: los intermediarios se llamarán gestores, y poco más.

Para terminar, diremos que hay malas perspectivas para los medios de comunicación, donde parece que la actividad con más futuro será la de narrowcaster, es decir, la de experto en segmentación informativa, un profesional que combinará el periodismo, la publicidad y las relaciones públicas para dar noticias a la carta, destinadas a grupos específicos de personas y adaptadas a sus intereses, teniendo en cuenta su nivel de vida, su religión, su estado civil, su lugar de residencia, etcétera. No parece que la palabra objetividad tenga sitio en ese proyecto con aires de plan de fuga.

El mundo cambia deprisa y el futuro, ese “espacio negro para muchos sueños, / espacio blanco para toda la nieve”, según lo describió el poeta Pablo Neruda, empieza a dejarse ver en el horizonte. Cuando estemos allí, tendremos todo el día en los labios esas palabras que ahora suenan tan extranjeras, acuicultor, nanomédico, webgardeners, microemprendedores, bioinformático… Y a los que puedan ser definidos con alguna de ellas parece que les va a ir muy bien. "El futuro ya no es lo que era", como dijo Paul Valéry.

Fuente: País de España

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