Una plataforma petrolífera, varada junto a la isla de Sitkalidak, en Alaska. |
Como en la hipótesis de Gaia (diosa griega de la Tierra ), nuestro planeta
responde a los ataques que sufre. Y trata, por sus propios medios, de restañar
el equilibrio perdido. En las codiciadas tierras y mares del Ártico, varios
gigantes petroleros han sentido que explotar los 360.000 millones de barriles
equivalentes de petróleo que, según el Servicio Geológico de Estados Unidos
(USGC, por sus siglas en inglés), están por descubrir en estas aguas y arenas,
puede convertirse en una pesadilla, incluso para colosos de recursos económicos
casi ilimitados como Royal Dutch Shell o Statoil.