(CHENG `LILY´LI)
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Las llamadas de atención ya fueron muchas pero ésta, por el
prestigio de las voces que la realizan y lo tajante de su mensaje, quizás
consiga, por fin, hacerse escuchar.
Un renombrado plantel de 22 científicos de todo el mundo advirtieron
que la Tierra
se aproxima a un colapso inminente e irreversible en cuestión de décadas.
Si no se toman las medidas adecuadas, la humanidad se
enfrentará sin remedio a un “nuevo régimen para el que no estamos preparados”. Aunque
aclararon que “por fortuna, aún estamos a tiempo de corregir”.
El panorama desolador incluye carencia de alimentos y de
agua potable, enormes sequías, extinción de especies y migraciones masivas de
gente en busca de su propia supervivencia “como nunca hemos visto en la
historia”.
Las causas, según explican en la revista “Nature”, son el
brutal crecimiento de la población, la destrucción de los ecosistemas naturales
en todo el mundo y el cambio climático.
Para empezar, somos muchos y consumimos demasiados recursos.
La tasa de crecimiento anual de la población es de unos 77 millones de personas,
casi mil veces superior a la experimentada hace entre 10.000 y 400 años. Hemos
alterado el paisaje gravemente y emitimos a la atmósfera cantidades ingentes de
CO2.
“Sí, tenemos motivos para asustarnos. Hay grandes
posibilidades de llegar a un punto de no retorno, catastrófico, para el que no
hay marcha atrás, y las consecuencias pueden ser enormes para nuestra calidad
de vida como especie. Tendremos problemas muy grandes”, afirmó Jordi Bascompte,
biólogo de la
Estación Biológica de Doñana, quien participó en el trabajo.
El científico compara al mundo con una taza en el borde de
una mesa a punto de caer y hacerse añicos. No parece que se produzcan grandes
cambios mientras se acerca al filo, pero un ligero movimiento al final (por
ejemplo, una subida de temperaturas) y, de repente, el golpe puede ser
terrible.
La lista de fatales consecuencias es interminable.
Perderíamos la polinización de los campos agrícolas (un proceso natural que hacen
insectos como las abejas y del que dependen los cultivos), muchas especies se
extinguirían y otras se adaptarían, la provisión de agua potable y de alimentos
sería mucho menor a consecuencia de la disminución de la biodiversidad y
aumentarían las zonas mundiales desérticas.
“Las grandes sequías conllevarían grandes migraciones y el
regreso de enfermedades infecciosas que en el mundo occidental creemos
erradicadas”, apuntó el biólogo.
En palabras de Anthony Barnosky, profesor de biología en la Universidad de
California Berkeley y principal autor de la revisión, “realmente será
un nuevo mundo, desde el punto de vista biológico”.
A tiempo de evitarlo
Y todo esto puede estar a la vuelta de la esquina. Los
estudios realizados por los científicos, según pudieron observar en ecosistemas
locales, su particular bola de cristal, predicen que puede ocurrir alrededor del
año 2025.
Alrededor de esa fecha, si seguimos al mismo ritmo, habremos
destruido el 50% de los hábitats naturales mundiales. Y en 2045, el 55% (ahora
vamos por el 43%).
“Es rápido, sabemos las causas y las implicaciones. Es un
buen momento para actuar y evitarlo. Si la taza está en el borde es
infinitamente más sencillo empujarla hacia el lado adecuado, aunque suponga un
gran esfuerzo, que intentar repararla cuando ya haya caído”, dijo Bascompte.
Los investigadores creen que todavía estamos a tiempo de
revertir la situación. Para ello, apuestan por frenar el crecimiento de la
población, reducir el uso de energía per capita en los países del primer mundo
y optar por las sostenibles, emplear los recursos de forma más racional e
intentar proteger las zonas vírgenes de la Tierra.
Algunos quizás consideren estas conclusiones demasiado
alarmistas. A ellos, Bascompte les diría que “esa es la realidad. Puede ser
dura, pero es mucho mejor enfrentarse al problema que obviarlo. Es similar a
alguien que tiene un cáncer y pretende ignorar lo que le dice el médico.
Ignorar la información nunca es una buena decisión”.
Fuente: ABC de España