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martes, 11 de septiembre de 2012

A 11 años del horror, renacen los rascacielos en Nueva York

La torre 1 World Trade Center
se terminará en 2014. (AP)
NUEVA YORK.- Once años atrás, la silueta de Manhattan se hizo polvo tras el peor atentado terrorista de la historia. Ahora, una nueva silueta comienza a tomar forma, dejando al descubierto una añeja tradición de la Gran Manzana que se resiste a desaparecer: la construcción de rascacielos.

Miles de obreros trabajan desparramados en un puñado de torres que cambiarán la figura de Nueva York, una de las ciudades donde la construcción de rascacielos hizo oídos sordos a los temores desatados por los atentados del 11 de Septiembre, que se cobraron la vida de casi 3000 personas que serán recordadas hoy.

La torre 1 World Trade Center (anteriormente conocida como Freedom Tower), que cuando se termine en 2014 se convertirá en el edificio más alto de Estados Unidos, es tan sólo la cara más visible de un fenómeno que se extendió más allá de Ground Zero y del mercado inmobiliario comercial. En Nueva York se construyen rascacielos para oficinas, pero también se levantan gigantes de acero para que la gente viva en ellos.

En 2001, muchos imaginaron un futuro sin rascacielos. Pero pasó lo contrario. "El futuro se ve brillante", dijo a LA NACION Tim Johnson, presidente del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano. "Y en parte tiene que ver con que, si bien es un mundo muy volátil en términos económicos y financieros, y hay preocupaciones, hay pocas ciudades donde la gente realmente quiere vivir y hacer negocios. Con el avance de la globalización, las empresas buscan a los mejores talentos, que están en lugares como Nueva York, Londres, China, Hong Kong", añadió.

"No hay lugar en el mundo como Nueva York. Cada año, miles de jóvenes, gente educada, creativa, se muda a la ciudad para trabajar y vivir. Siempre habrá una demanda para viviendas residenciales, así que el pronóstico es muy bueno", coincidió, en diálogo con LA NACION, Larry Silverstein, líder de la empresa constructora que lleva su nombre, la más involucrada en la reconstrucción de Ground Zero.

El desarrollo de rascacielos es un fenómeno global. Nueva York forma parte de un exclusivo club de seis urbes donde existen más de 100 edificios de más de 150 metros. En ese grupo -que completan Hong Kong, Tokio, Dubai, Chicago y Shanghai-, sólo Hong Kong tiene más rascacielos que la Gran Manzana.

Pero lo más llamativo es que en Nueva York, golpeada por los ataques del 11 de Septiembre y epicentro de la crisis financiera global, se construyen rascacielos para que viva gente, ya sea en hoteles o en departamentos.

"En las ciudades verticales, los precios de la tierra son altos y eso impulsa la construcción de edificios altos. A la gente le gusta vivir en edificios altos, la vista, estar por encima de todo. Hace algunos años sólo había edificios altos de oficinas. Ahora son residenciales", completó Johnson.

Hay, con todo, una consecuencia concreta que dejaron los ataques terroristas: los edificios se levantan con más concreto y más acero que antes, en un esfuerzo por construir las torres más seguras del planeta.

Basta recorrer tres proyectos en la ciudad para ver la evidencia. La torre 432 Park Avenue, diseñada por el estudio del arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, es, por lejos, el más ambicioso de todos: será el edificio residencial más alto de Estados Unidos, y los departamentos se venderán a un precio estimado de 45.000 dólares el metro cuadrado.

Otros dos proyectos también muestran la bonanza que viven los gigantes de acero. Uno es la torre One57, que estará terminada el año próximo. Ubicada en la parte central de Manhattan, está "partida" en dos: una parte de la torre serán condominios; la otra, un hotel Park Hyatt, una prueba de otro de los ingredientes que empujan el fenómeno, el turismo.

Ambos edificios superarán a la llamada torre Gehry, en honor al arquitecto Frank Gehry, que en la actualidad es el edificio residencial más alto de Occidente. La torre de casi 270 metros, en la zona baja de Manhattan, se inauguró el año pasado.

Con todo, los edificios más altos crecen en otras latitudes. El Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano acuñó un nuevo término a fines de 2011: los edificios "megaaltos", para distinguir las torres de más de 600 metros. En 2000, la altura promedio de los 20 edificios más altos era 375 metros. Para 2020, se espera que sea de 598 metros, gracias a que habrá ocho edificios "megaaltos" en todo el mundo. Como todo un síntoma de que el desarrollo viajó a otras latitudes, ninguno de esos rascacielos estará en Estados Unidos.

Pero, aunque no sean los más altos del mundo, los rascacielos aún crecen en la Gran Manzana, que tendrá, en un par de años, una silueta completamente nueva.

Fuente: La Nación

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