Alminhana, Speziale y Pérez Orsi podrían enfrentarse hasta a siete años de cárcel por vandalismo. |
Las familias de los tres latinoamericanos que son parte del grupo de activistas de Greenpeace detenido en septiembre por protestar contra la exploración de petróleo en aguas del Mar Ártico, viven la incertidumbre de no saber qué pueda pasar con sus hijos, cuyo destino está en manos del sistema de justicia de Rusia.
Los familiares de los argentinos Miguel Hernán Pérez Orsi y Camila Speziale, y de la brasileña Ana Paula Alminhana Maciel, contaron las dificultades que han tenido para comunicarse con ellos y su preocupación por las graves acusaciones que enfrentan, que podrían implicar penas de prisión de hasta 15 años de cárcel.
Con sus hijos presos al otro extremo del planeta, los padres de Pérez y Speziale, pasaron 20 días para poder contactarlos telefónicamente y, los de la fotógrafa argentina, para eventualmente verla por un corto tiempo.
En el caso de la brasileña Maciel, sus parientes esperan ahora las gestiones del gobierno de Dilma Rousseff para poder ir a visitarla a la ciudad de Múrmansk, en el noroeste de Rusia.
El grupo de 30 activistas se enfrentaba inicialmente a cargos de piratería y aunque las autoridades reemplazaron la acusación por la de vandalismo, lo que se castiga con un máximo de siete años, Greenpeace asegura que carece de una notificación oficial de que la acusación de piratería haya sido abandonada.
El grupo fue detenido tras pasar de un rompehielos en el Ártico a lanchas neumáticas para llegar hasta una plataforma del consorcio ruso Gazprom para escalarla y denunciar con su acción los riesgos de las exploraciones petrolíferas en la zona.
Según Greenpeace, el Arctic Sunrise estaba en aguas internacionales y por tanto fue detenido de forma ilegal, algo que también sostiene el gobierno de Holanda (el país de bandera del buque), que este miércoles demandó ante el Tribunal Internacional del Mar, en la ciudad alemana de Hamburgo, que Rusia libere al barco y sus tripulantes.
La argentina, la detenida más joven
Camila Speziale nunca había viajado sola fuera de su natal Argentina cuando abordó un avión a comienzos de septiembre para ir hasta Noruega, donde se embarcaría en el Arctic Sunrise, el buque que la organización medioambientalista Greenpeace utiliza para realizar protestas contra la explotación petrolera en el Ártico.
Difícilmente haya imaginado esta joven de 21 años –la más chica de una tripulación de 30 personas- que dos semanas después sería noticia en todo el mundo cuando las autoridades rusas abordaran el barco y arrestaran a todos los activistas, luego de que dos de ellos intentaran colocar un cartel sobre una plataforma petrolera de la empresa rusa Gazprom.
"Camila está en Rusia detenida. Tienen que venir urgente a la Cancillería", les informó una voz en el teléfono a sus anonadados padres el 19 de septiembre pasado luego de que se supiera que Camila y los otros 29 ocupantes del Arctic Sunrise habían sido llevados a un centro de detención en Murmansk, en el noroeste de Rusia, a 1500 kilómetros de Moscú.
Por 20 días la joven y el resto de los detenidos (procedentes de 18 países distintos) no pudieron comunicarse con sus familias y tuvieron solamente contacto con los representantes diplomáticos de sus diversas naciones.
Solo tras ser acusados formalmente fue que el padre de Camila, Néstor Speziale, pudo verla. Pasaron juntos una hora, a finales de octubre.
"Estaba flaca, pero bien, entera", informó tras el breve encuentro con su hija de 21 años y quien es fotógrafa.
Según sus familiares y fuentes de Greenpeace la joven recibe todo el alimento y la vestimenta que necesita y no ha sufrido maltratos durante su detención.
"En la cárcel la tratan bien y estoy comprobando que se está haciendo todo lo posible para que esto llegue al mejor final", contó su padre a través de un video que difundió tras su visita.
"La más apta"
"Al principio hacía lo mismo que todos los voluntarios, hacía fotocopias y trabajaba en el taller de producción de los materiales que se usan en las protestas, como las máscaras y los uniformes", relató Martín Prieto, director ejecutivo de Greenpeace Argentina.
"Nuestros voluntarios reciben entrenamiento en activismo no violento, donde se les enseña a no reaccionar ante provocaciones en situaciones de protesta. Camila mostró mucho temple y madurez emocional", recordó Prieto.
Otra virtud de esta joven era su facilidad para escalar. Fue así como, con solo 19 años, participó en varias campañas de la organización en Argentina contra el uso de la energía atómica y la minería, entre otros, que la llevaron a escalar edificios para desplegar carteles de protesta.
Cuando en 2013 Greenpeace Internacional invitó a un participante de la oficina en Argentina a sumarse a la campaña "Salvemos el Ártico", Prieto no dudó en elegir a Camila, a pesar de su juventud.
Inesperado
"Antes de cada misión se hace una análisis legal y no nos pareció que esta misión fuera de alto riesgo porque apenas se cometió una infracción menor, al ingresar al perímetro de seguridad ruso", explicó Prieto.
"No había manera de prever semejante grado de brutalidad en la respuesta rusa. El año pasado se realizó exactamente la misma protesta y las fuerzas de seguridad no hicieron absolutamente nada", enfatizó.
A pesar de una fuerte campaña internacional para liberar a "los 30 del Ártico" (que incluyó una carta firmada por once ganadores de Premios Nobel de la Paz) y varias protestas frente a embajadas rusas en todo el mundo, hasta ahora la situación de los detenidos permanece incierta.
En Argentina se sigue el caso con particular interés, ya que además de Camila también fue arrestado su connacional Hernán Pérez Orsi, un marino profesional que trabaja para Greenpeace Internacional.
Bajo el hashtag #LiberenACamila la oficina de Greenpeace Argentina realiza una campaña a través de las redes sociales para liberar a su colega, propuesta que ha recibido el apoyo de varios famosos locales.
El pasado domingo, el diario Clarín publicó un extracto de una carta que le envió Camila a sus compañeros, en la que revela sus esperanzas de volver a casa pronto.
"ESPERENME! Que no puede faltar mucho, pongan cerveza a congelar, vayan cortando el queso, el salame y el pan. Yo llego un poquito más tarde, ¡PERO LLEGO!", afirmó.
Ese espíritu optimista también fue resaltado por una de las compañeras de Camila del Arctic Sunrise, la británica Alexandra Harris, de 27 años, que contó cómo ambas pasan su tiempo de encierro escuchando un canal de música en la televisión rusa.
"(El tema de Gloria Gaynor) ‘I will survive’ se escucha todas las noches y Camila y yo golpeamos la pared al ritmo de la canción", reveló Harris.
La bióloga brasileña
Jaires Maciel recuerda que la pasión por la naturaleza despertó temprano en su hija Ana Paula, una bióloga brasileña de 31 años que hoy está presa en una cárcel rusa.
"Comenzó desde pequeña, primero con el cuidado de los animales", evoca Maciel. "Cuidó de animales heridos y lastimados, sin importarle la raza".
En la adolescencia decidió sumarse a grupos de defensa de la biodiversidad y poco después entró a colaborar con Greenpeace en Porto Alegre. Cuando en 2006 pasó por allí el rompehielos Arctic Sunrise, aceptó orgullosa la invitación a viajar con el equipo.
En ese mismo barco estaba Ana Paula Maciel cuando ella y los otros 29 tripulantes fueron arrestados por autoridades rusas durante la protesta contra la exploración petrolífera en el Ártico.
Desde entonces el caso se volvió un tema sensible, que movilizó al gobierno brasileño de Dilma Rosseff y los de otros países.
Pero para Maciel, la prisión de su hija en una cárcel de Múrmansk, toca fibras personales.
"Nuestro mayor drama es saber que está presa, siendo una persona que nació para ser libre y eligió ese camino hasta por la libertad que le proporciona", explica.
"Una consecuencia"
Abogado de 56 años, Maciel dice que se ha comunicado por teléfono y por carta con su hija tras el arresto y que ella le manifestó que "ha sido bien tratada, al menos a nivel de la prisión".
El y su exesposa Rosangela Macedo, madre de Ana Paula, aguardan el aviso de abogados de Greenpeace y los servicios diplomáticos brasileños para definir si podrán visitarla.
Maciel rechaza las acusaciones del gobierno ruso y asegura que su hija permaneció a bordo del rompehielos durante la acción mientras otros activistas iban en las lanchas.
Pero admite que "tal vez se confirme alguna penalidad" y espera que Ana Paula pueda responder al proceso en libertad o cambiar una eventual condena por otro tipo de sanción.
"Ella sabe que hay siempre una consecuencia y ellos están preparados para responder por las consecuencias de sus actos", señala.
"No son una banda de niños que no saben lo que están haciendo".
"Riesgos"
Brasil ha seguido de cerca la situación de Maciel y la presidenta Rousseff indicó por Twitter en octubre que había pedido a su ministro de Relaciones Exteriores realizar un "contacto de alto nivel con el gobierno ruso para encontrar una solución".
La activista brasileña envió desde la cárcel una carta pública en la que agradeció el apoyo del gobierno de su país y pidió que la gente se involucre individualmente en la protección del medioambiente.
"No estarían yendo a buscar petróleo al Ártico si no hubiera quien lo utilizase. Si estuviéramos más preocupados en ser que en tener, usaríamos menos petróleo, la naturaleza estaría bajo menos riesgos, las protestas pacíficas no serían necesarias, yo no estaría presa injustamente", escribió.
Maciel asegura que su hija practicaba en la vida cotidiana lo que predica, evitando siempre que sea posible el uso de automóviles o comprando en la feria aquellos tomates o verduras imperfectos que de lo contrario acabarían en la basura porque otros no querrían llevar.
"Además de tener mucho orgullo por ella, tenemos mucho respeto por la elección que tomó. Porque una joven de 31 años podía estar pensando otras cosas en la vida y ella prácticamente se dedica en cuerpo y alma a esta actividad", afirma.
Maciel dice que Ana Paula es consciente de que con su activismo "corre este tipo de riesgos". Y cuando le preguntan si cree que vale la pena que su hija ponga en juego su libertad por eso, sostiene que sí.
"Tal vez yo hago parte de la gran mayoría silenciosa que percibe los problemas y no tiene el coraje de encararlos como ella", reflexiona. "Creo que ella va a continuar, porque es algo en lo que cree".
El caso de Hernán Pérez Orsi
Si bien muchos han centrado su atención en Camila, esta activista no es la única argentina detenida en Rusia.
También fue arrestado Hernán Pérez Orsi, un marino profesional de la ciudad costera de Mar del Plata, en la provincia de Buenos Aires, que trabaja para Greenpeace Internacional desde 2011, tripulando las tres embarcaciones de la organización ecologista.
Pérez Orsi, de 40 años, también cumple prisión preventiva hasta el 24 de noviembre y su pareja, Margarita Malig –madre de su pequeña hija-, aún no ha recibido una autorización para visitarlo porque no están casados, pero anticipó que espera viajar a fin de mes.
Según información de Greenpeace, Pérez Orsi ama el mar desde niño y entró en Greenpeace "para proteger los océanos del mundo".
"Miguel ama los deportes y es seguidor del equipo de fútbol Boca Juniors. Lo que más le gusta hacer, es estar en casa rodeado de su familia. Esta casado y su hija cumplió un año el mismo día que Miguel fue arrestado", dice la web de la organización.
Exigí que liberen a Camila, a Hernán y a todos los defensores del Ártico.
Más información en:
Los activistas de Greenpeace podrían ser condenados a 15 años de prisión
Rusia acusa de piratería a los activistas de Greenpeace
Continúan detenidos en Rusia los activistas de Greenpeace
Detenidos por defender el Ártico
Fuente: BBC
No hay comentarios:
Publicar un comentario