Los
arrecifes de coral están amenazados en todo el mundo, pero una serie de avances
científicos ofrece esperanza para estos sensibles ecosistemas.
Los arrecifes de coral son ecosistemas fundamentales para la diversidad de la vida marina. |
Un
informe reciente reveló que la Gran Barrera de Coral, frente a la costa australiana,
ha perdido el 50% de sus corales en los últimos 30 años, y los arrecifes del
Caribe tanto como el 80%.
Sin
embargo, algunos expertos aseguran que gracias a la ciencia podrían no sólo
restaurar estos ecosistemas asediados sino también hacerlos más resistentes a
las enfermedades.
La enfermedad de la plaga blanca ha sido epidémica en los corales del Caribe. |
"Creo
que quizás debemos moderar las predicciones que aseguran que no habrá corales
en 50 años", dice Eugene Rosenberg, microbiólogo especialista en corales
de la Universidad de Tel Aviv en Israel.
"De
hecho, soy uno de los pocos optimistas sobre el futuro de los arrecifes de
coral."
Rosenberg
tiene razones para el optimismo: ha descubierto una cura para la llamada plaga
blanca, una enfermedad que ha arrasado arrecifes desde el Mar Rojo hasta los
Cayos de Florida.
"Las
enfermedades bacterianas en los corales son un gran problema y el cambio del
entorno –aumento de las temperaturas, de la contaminación y de las algas–
conducen a que haya infecciones más frecuentes y más severas", explica
Rosenberg.
"La
plaga blanca es una enfermedad predominante y probamos que una bacteria
particular es la causante."
Se estima que la Gran Barrera de Coral perdió el 50% de su población coralina. |
Tras
identificar esta bacteria, el científico recolectó varios virus naturales del
mar –conocidos como bacteriófagos o fagos– y los introdujo en los corales
enfermos.
"Hallamos
fagos que pueden atacar y matar esta enfermedad", dice. "En el
estudio más reciente, encontramos que podríamos proteger contra la implantación
de la bacteria y prevenir que se propague la enfermedad".
"Es
un fenómeno natural, sólo estamos empujando un poco la balanza en favor de los
fagos."
Poca
investigación
Aunque
el trabajo de Rosenberg ofrece esperanzas, dice que no se está haciendo
suficiente investigación científica sobre las enfermedades coralinas.
"Hay
un montón de gente trabajando sobre los corales, pero en términos de prevención
o cura de enfermedades no hay casi nada", opina el científico de 78 años,
que acaba de retirarse.
Sin
embargo, cree que los arrecifes de coral podrían sobrevivir sin ayuda humana y
que los peligros del cambio climático no son tantos.
"Ya estamos viendo los efectos (del cambio climático) y los estamos viendo con más frecuencia", afirma Tom Moore, Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa) |
"La
gente dice que el calentamiento global está ocurriendo cada vez más rápido y
que los corales no pueden adaptarse, pero los microbios –y hay miles de ellos
asociados a cada coral– pueden cambiar más rápido de lo que pensamos".
Pero
quienes trabajan en el terreno no están tan seguros.
"Ya
estamos viendo los efectos (del cambio climático) y los estamos viendo con más
frecuencia", explica Tom Moore, coordinador de restauración de corales de la
Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en Washington D.C.,
Estados Unidos.
"Los
corales son muy sensibles a la temperatura del agua y viven en una gama de
temperaturas muy estrecho."
Cuando
el agua supera los 30ºC, el coral expulsa el alga que vive en él –un proceso
conocido como blanqueamiento– que hace que el coral se vuelva blanco y más
proclive a las enfermedades.
El
cambio climático también se relaciona con la acidificación del océano, que
afecta el desarrollo de los corales.
"El
coral crece tomando carbonato de calcio del agua y si el océano se vuelve más
ácido ese proceso no puede ocurrir", dice Moore. "Podríamos llegar a
ver que la disolución de los corales".
Existen proyectos para fecundar corales en laboratorio. |
La
amenaza inmediata
Pero
además del calentamiento global, factores humanos como la polución, la
sobrepesca y los vertidos de fertilizantes suponen una amenaza más inmediata
para estos animales.
Estos
impactos difieren de acuerdo a la región: se piensa que el aumento del tráfico
marítimo está degradando la Gran Barrera de Coral en Australia, mientras que la
pesca con dinamita y la ineficiente gestión de aguas cloacales ha causado daños
a arrecifes coralinos en el sudeste asiático.
En
India, China y Estados Unidos uno de los problemas más grandes es el vertido de
fertilizantes desde los campos de cultivo hacia el océano, que acelera el
crecimiento de las algas que asfixian al coral.
Los fertilizantes también afectan a los corales. |
"El
cambio de actitud es el desafío más grande que enfrentamos", explica Dirk
Petersen, presidente de Secore, una organización con base en Alemania que
investiga el proceso de reproducción del coral. "Necesitamos aliviar la
presión que sufren los corales".
Petersen
organiza talleres alrededor del mundo para que las comunidades aprecien sus
arrecifes de coral, que son criaderos de peces, atraen el turismo y protegen a
la costa de las tormentas.
Todos
esos "servicios" al ecosistema tienen un valor global estimado de
U$375.000 millones al año.
Aunque
Score reconoce que es mejor prevenir que curar, está probando proyectos de
restauración en México, la isla Guam en el Pacífico y Curazao en el Caribe.
En
algunos casos, recuperar un arrecife puede ser tan simple como pegar el coral
roto, pero para cultivarlo desde cero, el proceso requiere espermatozoides y
óvulos –también llamados gametos– que se obtienen cuando los corales los
liberan al agua en un proceso de fecundación externa.
La
reproducción de los corales
Pero
estos procesos ocurren una vez al año y en noches de Luna llena.
Una vez
que fueron liberados, los gametos flotan hacia la superficie para fecundarse y
si tienen éxito vuelven a sumergirse hacia el lecho marino para crecer como
corales.
Sin
embargo, los eventos climáticos y la actividad humana –como la pesca o la
navegación– pueden alterar este ciclo. Por esta razón, investigadores como
Petersen recolectan gametos y los ponen a resguardo en el laboratorio.
"Ponemos
juntos esperma y óvulos de colonias diferentes para aumentar la diversidad
genética, esto los hará más resistentes a las enfermedades", explica.
"Después
de que han sido fecundados y se han adherido a una superficie, los ponemos en
criaderos en el mar."
Allí,
explica el científico, los dejan crecer antes de trasladarlos al arrecife, en
un proceso que puede llevar hasta un año.
Las
organizaciones NOAA y Score son de las pocas que han probado esta técnica con
éxito.
"Ya
hemos pasado la fase experimental", dice Moore.
"Pero
lo que no tenemos es el dinero para hacer este trabajo a una escala
significativa. Las grandes inversiones necesarias para hacer que cambie la
tendencia aún no han llegado."
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