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Investigadores de la Universidad del Estado de Arizona, en Estados
Unidos, han descubierto por primera vez que la temperatura determina dónde
pueden prosperar los microbios claves del suelo, es decir, los microbios que
son fundamentales para la formación de costras de tierra vegetal en las tierras
áridas.
Estos expertos predicen en un artículo que publica la revista Science que en tan sólo 50 años, el calentamiento global
puede impulsar algunos de estos microbios fuera de su bastión hacia desiertos
más fríos de Estados Unidos, con consecuencias desconocidas para la fertilidad
del suelo y la erosión.
Un equipo de investigación internacional liderado por Ferrán
García-Pichel, microbiólogo y profesor de la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU , realizó análisis a escala
continental de las comunidades microbianas que viven en las cortezas del suelo,
recogiendo muestras de corteza desde Oregón a Nuevo México y Utah a California
y estudiándolas mediante la secuenciación de su ADN microbiano.
Aunque hay miles de especies de microbios en una sola pizca
de corteza, dos cianobacterias, bacterias capaces de hacer la fotosíntesis,
resultaron ser las más comunes, por lo que sin cianobacterias, no podrían
existir otros microbios en la corteza terrestre, ya que cualquier otra especie
depende de ellas para su alimentación y la energía. "Queríamos saber qué
microbios están en la corteza y si se muestran los patrones de distribución
geográfica a escala continental", dijo García-Pichel, también decano de
Ciencias Naturales en el Colegio de Artes Liberales y Ciencias de la ASU.
"Para nuestra sorpresa, cuando nos pareció una
cianobacteria dominante, encontramos que dos habían dividido ordenadamente el
territorio entre ellos mismos. Estamos acostumbrados a pensar que uno, llamado
Microcoleus vaginatus, es el más importante y dominante, pero ahora sabemos que
Microcoleus steenstrupii, el otro, es igual de importante, sobre todo en los
climas más cálidos", añadió.
Aunque que los dos se parecen mucho, M. steenstrupii y M.
vaginatus ni siquiera están estrechamente relacionados, pero han evolucionado a
parecer iguales, ya que su forma y comportamiento ayudan a estabilizar el suelo
y forman costras del suelo, que son cruciales para la salud ecológica de las
tierras áridas, ya que protegen el suelo de la erosión y contribuyen a la
fertilidad de la tierra mediante la fijación de carbono y nitrógeno en el suelo
y por la extracción de otros nutrientes del polvo atrapado.
Después de considerar los datos sobre los tipos de suelo y
de la química, la lluvia, el clima y la temperatura, los investigadores
utilizaron un modelo matemático que muestra que la temperatura explica mejor la
separación geográfica de los dos microbios. Si bien ambos se encuentran en toda
la zona estudiada, M. vaginatus domina las costras en los desiertos fríos y M.
steenstrupii son más frecuentes en los desiertos del sur.
"Pero esto era sólo una correlación -explicó García-Pichel-. Para probar el papel que juega la temperatura, probamos formas
cultivadas de los microbios y confirmamos que realmente ésta marca la
diferencia: la temperatura es lo que los mantiene separados. Lo relevante ahora
es que la temperatura no es estable debido al calentamiento global". En el
suroeste de Estados Unidos, donde se realizó el estudio, los modelos climáticos
predicen cerca de un grado de calentamiento por década.
"Mediante el uso de nuestros datos con los modelos
climáticos actuales, podemos predecir que en 50 años, la cianobacteria que va
mejor en temperaturas más cálidas se moverá hacia el frío de nuestro mapa. M.
steenstrupii podía dominar por completo las cortezas en toda nuestra área de
estudio para entonces. Desafortunadamente, simplemente no sabemos mucho acerca
de este microbio o qué va a pasar con el ecosistema en ausencia de M.
vaginatus", añadió García-Pichel.
En caso de que los microbios realicen cambios en su
distribución debido a las temperaturas crecientes, los científicos no saben qué
efecto tendrá sobre la fertilidad del suelo y la erosión. Estos microbios
tienen cientos de millones de años de antigüedad y se pueden encontrar en
muchos lugares alrededor del mundo.
García-Pichel cree que el patrón de segregación por
temperatura detectado en Estados Unidos es probable que sea similar en todo el
mundo, y que no será fácil para M. vaginatus evolucionar con la suficiente
rapidez para tolerar temperaturas más altas. Por ello, su equipo pide a los investigadores
del clima que incluyan el estudio de los microbios cuando se analiza el
calentamiento global.
"Nuestro estudio es relevante más allá de la ecología
del desierto. Es un ejemplo de que las distribuciones microbianas y la
compartimentación de sus hábitats pueden verse afectados por el cambio global,
algo que hemos sabido por mucho tiempo para las plantas y los animales",
concluye García-Pichel.
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