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miércoles, 18 de julio de 2012

Habrían hallado en Florencia los restos de la verdadera Monna Lisa


Los arqueólogos reanudaron las excavaciones en el
convento medieval Sant'Orsola, de Florencia.
Foto: AFP
El descubrimiento de tres tumbas en el patio del convento medieval de Sant'Orsola, en Florencia, donde murió Lisa Gherardini, reaviva la esperanza de un grupo de arqueólogos italianos de poder confirmar si la viuda del comerciante Francesco Del Giocondo fue la modelo en la que se inspiró Leonardo da Vinci para retratar a La Gioconda.

El año pasado el Comité Nacional para la Valorización de los Bienes Históricos, Culturales y Ambientales había anunciado el inicio de la campaña de excavaciones arqueológicas para tratar de identificar los restos de La Gioconda en ese convento de Florencia.

El mismo grupo que coordinó el controvertido hallazgo de los restos de Caravaggio en Porto Ercole retomó sus tareas en Sant'Orsola, convento en el que se retiró la Monna Lisa cuando, en 1538, murió su esposo, un próspero comerciante de sedas amigo del padre de Leonardo, el escribano sor Piero.

El convento quedaba cerca de su casa y, tal como confirma un documento custodiado desde hace siglos en un archivo de Florencia, fue donde Lisa Gherardini murió, el 15 de julio de 1542.

Tras varios meses de inactividad, el equipo de arqueólogos volvió a Sant'Orsola y en los últimos días excavaron tres fosas en las que encontraron restos óseos que podrían pertenecer a la Monna Lisa, cuya pintura es una de las más famosas y estudiadas del mundo y se exhibe en el Museo del Louvre.

Durante estos trabajos, además, se encontraron restos de una antigua casa parroquial que habrían construido las hermanas franciscanas a cargo del convento entre el siglo XV y principios del siglo XVI.

Los restos que fueron desenterrados serán enviados a la Dirección General de Conservación de Bienes Culturales, ubicada en Ravena, en el norte de Italia. Allí, según anunció el Comité para el Desarrollo del Patrimonio Cultural, se examinarán los restos y se tratará de comparar los ADN con los huesos de dos jóvenes que fueron encontrados enterrados en el mismo lugar y que se presume podrían haber sido hijos de la Monna Lisa.

Luego de los estudios de ADN, los arqueólogos tratarán de reconstruir los huesos de la cara para tratar de comparar la conformación ósea con el rostro que pintó Leonardo Da Vinci hace 500 años.

El arqueólogo Silvano Vinceti, uno de los encargados de las excavaciones en Sant'Orsola, admitió, en declaraciones a medios europeos, que todavía no se sabe si los restos encontrados pertenecen a uno o más esqueletos.

"Sí confirma la hipótesis de que en el convento de Sant'Orsola todavía hay enterrados restos humanos, y no podemos excluir la posibilidad de que algunos de ellos pertenezcan a Lisa Gherardini", añadió, en declaraciones publicadas por la edición online de Daily Mail.

El hallazgo entusiasma a los arqueólogos porque se confirman algunos datos e investigaciones efectuadas tiempo atrás, entre las que se contaba el hecho de que encontraron una cripta mencionada entre la documentación del convento en 1495 y también una segunda cripta que dataría de 1625.

En la actualidad, lo que queda de Sant'Orsola son las paredes externas y algunos arcos. El convento fue un lugar religioso hasta 1810. Luego fue convertido en una fábrica de tabaco. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el lugar funcionó como hospedaje de refugiados y varios años después fue usado como aula universitaria, hasta que fue abandonado.

Hay hipótesis que señalan que los restos de La Gioconda podrían haber terminado en un basural de Florencia en los 80 debido a obras de reestructuración del convento, cuando se construyó un estacionamiento subterráneo en el sitio donde se levantaba el claustro.

Fuente: La Nación

martes, 29 de mayo de 2012

El auténtico Código Da Vinci, al descubierto en Madrid


Caballo. Boceto para una estatua que no se terminó.

Hace 45 años el diario estadounidense The New York Times anunciaba el hallazgo de dos importantes documentos de Leonardo Da Vinci en la Biblioteca Nacional Española (BNE), que habían estado perdidos durante un siglo y medio: eran los Códices Madrid I y II . Ahí, Leonardo habla de mecánica, de ingeniería y de pintura. Pero también de sus amores desesperados.

Ahora, con motivo de su restauración, (y del tricentenario de la BNE), la institución abrió “El imaginario de Leonardo Da Vinci. Códices Madrid de la Biblioteca Nacional de España” , una muestra que irrumpe en la intimidad del genio renacentista.

Las páginas que componen estos códices suponen el 10% del total de los documentos de Da Vinci y están escritos en un dialecto del italiano, con las concordancias incorrectas. Elisa Ruiz, curadora de la muestra, que puede verse hasta el 29 de julio, dice que ese uso del lenguaje “no cuadra con su inteligencia” y califica los Códices como “un retrato final del pensamiento de Leonardo”.

La exposición se divide en cuatro espacios: el primero sitúa a Leonardo en su contexto histórico; en el segundo, el protagonista es el Códice Madrid I , encuadernado y en una vitrina. Es un tratado de mecánica y estática, con anotaciones de óptica y astronomía. Lo componen 191 folios y fue escrito en 1493, de derecha a izquierda, algo característico en los escritos de Leonardo. El tercer espacio está dedicado al Códice Madrid II que, al no estar encuadernado , se exhibe en diferentes vitrinas. Es un tratado de fortificación, estática y geometría de 157 folios que, se estima, fue escrito entre 1503 y 1505. Incluye bocetos para el famoso “caballo perdido” de Leonardo, que iba a ser la mayor escultura jamás creada y que nunca terminó, ya que el bronce con el que lo iba a hacer se usó para fundir cañones. El cuarto espacio está diseñado para dar a conocer el trabajo de restauración de los códices en 2010 y 2011.

Ilustrado y escrito al revés. Uno de los códices que se muestran ahora en España.

La historia que lleva estos escritos a Madrid empieza al morir Leonardo, en 1519, cuando pasan a manos de su amigo Francesco Melzi. El hijo de Melzi se los da a un escultor, Pompeo Leoni, que es contratado por Felipe II y los lleva con él. Leoni muere en 1606 y los compra Juan de Espina, amigo de Francisco de Quevedo, quien los cede al Rey Felipe IV. Así, estuvieron en la Biblioteca Nacional de España desde su fundación. Pero Recién fueron hallados en 1964.

Las obras habían sido expuestas antes, pero nunca con la intención, de mostrar de forma transversal el pensamiento de este adelantado, autodidacta, y obsesivamente perfeccionista, presa, además, del síndrome de la “obra inacabada”, que le hacía revisar sus escritos de forma continua: casi nunca conseguía darlos por cerrados.

Los usuarios de la biblioteca, adelantó su directora Gloria Pérez Salmerón, decidieron por votación que el próximo libro interactivo editado por la institución, sean los Códices Madrid: el anterior fue el Quijote.

Fuente: Clarín

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