Un coleccionista pagó más de US$ 35 millones por un modelo
250 GTO adquirido en 1962 por Stirling Moss para correr en Le Mans. De esta
manera, superó el récord alcanzado en 2010 por un Bugatti de 1936.
El vehículo deportivo que fue subastado lleva el número 3505
grabado en su chasis de aluminio y cuidadosamente soldado a mano y destinado a
la competición. Sólo se construyeron 39 unidades, de las que en la actualidad
sobreviven alrededor de una docena.
Fue el sexto automóvil en salir de la fábrica, y adquirido
por el piloto de Fórmula 1 Stirling Moss para correr en las 24 horas de Le Mans
de 1962. Fue pintado en un verde manzana que aún conserva, color original de la
escudería del piloto británico, que sin embargo no pudo conducirlo debido a que
sufrió un accidente unos días antes de la carrera francesa.
Desde 1962 hasta 2000, el coche tuvo ocho dueños siendo el
último el holandés Erik Heerema, que pagó más de ocho millones y medio de
dólares. Y el anterior, el japonés Yoshiho Matsuda, lo había comprado poco
antes por esa misma cantidad.
El modelo 250 GTO es el más cotizado de la casa italiana Ferrari, y
en febrero de este año otra unidad cambió de manos por US$ 25,3 millones. Desde
2008 se han producido varias operaciones de compraventa de estos vehículos, por
cifras superiores a los 17,5 millones de dólares.
El auto estuvo disponible en Anamera, un sitio web
especializado en vehículos de colección. De esta forma el GTO que comprara Moss
en 1962 se ha convertido en el coche más caro de la historia, desbancando a un
rarísimo Bugatti Type 57SC Atlantic (1936) del que sólo se hicieron tres
unidades y que se subastó en mayo de 2010 por una cifra no revelada, pero que
estaba ligeramente por encima de los US$ 31 millones.
Fuente: Infobae