Mujeres de parto en una clínica en República Democrática del Congo. / SAVE THE CHILDREN |
El reparto de la desgracia por la geografía planetaria es, además, muy desigual. En el mundo, la tasa de mortalidad descendió de 400 mujeres fallecidas a causa de la maternidad por cada 100.000 nacidos vivos en 1990 a 210 en 2010. Pero mientras que en España murió una de cada 12.000 en ese año, en Níger se dejaron la vida en el embarazo o el parto una de cada 23. La falta de acceso a una atención médica de calidad explica la elevada tasa de mortalidad materna en los países en desarrollo. En el mundo, 47 millones de mujeres dieron a luz sin asistencia especializada en 2011, alerta la ONU. Más de dos millones lo hacen completamente solas, la mayoría en África subsahariana –donde el 51% de los partos se producen sin ningún tipo de atención médica– y en el sureste asiático (41%), advertía Save the Children en un informe publicado el pasado febrero.
“Todavía tengo una deuda con el médico que me atendió en el parto de mi primer hijo. Para este embarazo acudiré a una partera tradicional porque ella acepta que le pague con un pollo en vez de dinero”, afirma una mujer embaraza congoleña en el documento elaborado por la ONG.
La esperanza de superar los cinco años también es muy dispar en función del país en el que se nazca. El 18,2% de los niños de Sierra Leona no alcanzarán esa edad, frente al 0,28 de los noruegos que morirán tempranamente. En 2012, la ONU calcula que murieron 6,6 millones de niños —casi la mitad (44%) eran recién nacidos que no superaron las primeras 24 horas —, en su mayoría por enfermedades prevenibles como la neumonía, la diarrea y la malaria. La desnutrición es, no obstante, uno de los principales factores que contribuye al 45% de las muertes de infantes.
Save the Children pone el acento en los conflictos y los desastres naturales como causas que aumentan el riesgo de muerte de las madres y los menores. “Más del 80% de los países con altos índices de mortalidad sin posibilidades de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para la supervivencia de madres y la infancia han sufrido un conflicto reciente, desastres naturales recurrentes o ambos”, señala el informe.
“Estaba ayudando a una mujer durante el parto. No teníamos electricidad y estaba oscuro; solo teníamos velas. Dos hombres armados entraron en la clínica e intentaron robar todo lo que tenía. Me amenazaron con un cuchillo y después se marcharon. Cuando volví a atender a la madre el bebé se había asfixiado y murió. Traté de mantener la calma pero estaba asustada y también enfadada. Tratamos de salvar vidas y hay quienes nos quieren matar. Es difícil mantener el personal en lugares tan peligrosos y se marchan a zonas más seguras”, relata en el informe una enfermera desde República Democrática del Congo. En este sentido, Save the Children advierte que los países en conflicto cuentan con menos de la mitad de la proporción mínima recomendada de personal de la salud. Una circunstancia muy grave teniendo en cuenta que, según calcula la ONG, por cada persona que muere como resultado directo de la violencia armada, entre tres y 15 mueren indirectamente a causa de enfermedades, complicaciones médicas y desnutrición.
La educación puede reducir los efectos negativos de los desastres naturales o los conflictos armados sobre los menores y las madres, afirma la organización. “Los países que se han centrado en la educación de las niñas y las mujeres han sufrido menos muertes derivadas de sequías e inundaciones que aquellos en los que las mujeres tienen un menor nivel de formación”, señala el documento de la ONG. “Educar a las chicas jóvenes puede ser uno de los mejores mecanismos para prevenir desastres provocados por el cambio climático”, abunda.
Más aún, Save the Children considera la educación clave en la erradicación de los matrimonios infantiles y con ello los embarazos de menores –“porque las mayores tasas de embarazos adolescentes se dan en países donde se practica el matrimonio infantil”, aclara el documento–. No solo porque mientras que las niñas permanecen en la escuela, y si continúan sus estudios, no se casan. Sino que la formación sobre sexualidad las habilita para tomar decisiones. “Cerca de 70.000 adolescentes en países en desarrollo mueren anualmente por causas relacionadas con la maternidad. Las jóvenes de 15 años o menos embarazadas tienen el doble de posibilidades de fallecer por ello”, apunta. El acceso a información, servicios de planificación familiar, así como a métodos anticonceptivos evitaría muchas de esas defunciones, señala la ONG, pero unos 222 millones de mujeres no tienen acceso a educación sexual ni contraceptivos.
Fuente: El País
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