El Papa Francisco arribó esta
tarde a Río de Janeiro para iniciar su primera visita a un país latinoamericano
y encabezar la Jornada
Mundial de la
Juventud.
Foto: Danilo Verpa/Folhapress |
En un discurso en el Palacio Guanabara de Río de Janeiro y
frente a las autoridades brasileñas, el Pontífice dijo que llegó en nombre de
Jesús “para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y
deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo. La paz de Cristo esté con
vosotros”.
“He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño,
hay que entrar por el portal de su inmenso corazón, permítanme, pues, que llame
suavemente a esa puerta”, señaló Francisco y pidió "permiso para entrar y
pasar esta semana”.
La máxima autoridad de la Iglesia Católica
agregó en la ceremonia de bienvenida que su visita a Brasil va más allá de las
fronteras, ya que se debe a la celebración de la XXVIII Jornada
Mundial de la Juventud
y a su deseo de encontrarse con los jóvenes de todo el mundo.
Esos jóvenes "hablan idiomas diferentes, pertenecen a
culturas diferentes y sin embargo encuentran en Cristo las respuestas a sus más
altas y comunes aspiraciones y pueden saciar el hambre de una verdad clara y de
un genuino amor que los une por encima de cualquier diferencia".
“Cristo les ofrece espacio, sabiendo que no puede haber
energía más poderosa que la que brota del corazón de los jóvenes cuando son
seducidos por la experiencia de la amistad con Él”. Y siguió: “Los jóvenes
tienen confianza en Cristo, no tienen miedo a arriesgar con Él la única vida
que tienen, porque saben que no serán defraudados”.
“Nuestra generación se mostrará a la altura de la promesa
que hay en cada joven cuando sepa ofrecerle espacio, tutelar las condiciones
materiales y espirituales para su pleno desarrollo", subrayó el Papa.
Es necesario “darle una base sólida sobre la que puede
construir su vida, garantizarle seguridad y educación para que llegue a ser lo
que puede ser”, reclamó. Tras referirse a la necesidad del joven de que se le
transmitan "valores verdaderos por los que valga la pena vivir",
exhortó a dejarle "una herencia que corresponda a la medida de la vida
humana".
"Hay que despertarle en él las mejores potencialidades
para que sea protagonista de su propio porvenir, y corresponsable del destino
de todos", sostuvo. “En Cristo pueden saciar el hambre de una verdad clara
y de un genuino amor que los una por encima de cualquier diferencia”, concluyó
en medio de aplausos.
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