Atención a la paradoja: una política de la Unión Europea para
combatir el cambio climático ha dado pie a la creación de una polémica ruta
comercial transatlántica que corta y transporta madera desde Estados Unidos
hasta Europa para ser quemada en centrales eléctricas del viejo continente.
La industria maderera sostiene que hay suficiente madera de baja calidad como para alimentar la demanda para generar energía. |
Y es que "las políticas crean oportunidades y los
empresarios fueron rápidos al explotar el potencial de la energía a partir de
la madera, que en el Reino Unido pronto generará más energía renovable que la
combinación de la energía solar y eólica", comenta el analista de la BBC de temas medioambientales
Roger Harrabin.
Ahora, varios grupos ecologistas del Reino Unido están
tratando de cortar la expansión de este comercio transatlántico de madera
estadounidense, que ya planea el envío anual a Europa de millones de toneladas
de wood pellets, balas de madera, o biomasa, que sirven como combustible.
Argumentan que subsidiar la quema de madera es un
despilfarro económico, que la práctica no sirve para combatir el cambio
climático a corto plazo y que además está afectando a varios de los mejores
bosques de Estados Unidos.
Temen también que la demanda para alimentar a las centrales
eléctricas haga que los empresarios tomen tierras actualmente dedicadas al
cultivo de alimentos para plantar árboles que luego cortarán y exportarán, y
que eventualmente las plantaciones de bosques remplacen a los bosques naturales
del sur de Estados Unidos, que ya están menguando.
Pero las implicaciones de esta práctica son complejas y
disputadas.
Producción intensiva de árboles
Roger Harrabin, de la
BBC , visitó en Georgia, Estados Unidos, una de las plantas de
producción de árboles más eficaces del mundo, de la compañía Plum Creek, que es
el mayor terrateniente privado del país.
"Parece que algunas políticas están más motivadas por la necesidad de cumplir objetivos obligatorios que por un verdadero deseo de reducir ahora mismo las emisiones de CO2", Roger Harrabin. |
Allí primero se seleccionan las mejores plantas, las más
robustas, y después se plantan muy cerca las unas de las otras para estimular
el crecimiento de especímenes rectos y altos que busquen la luz.
"Las plantaciones se cosechan con gigantescas máquinas
que cortan y mueven árboles enteros como si fueran ramitas", describe
Harrabin.
Los árboles que son muy finos o débiles son de poco valor.
Tradicionalmente se venden para la industria del papel y la celulosa, pero
ahora hay un nuevo mercado: el de las centrales eléctricas en el Reino Unido.
La industria maderera sostiene que hay suficiente madera de
baja calidad como para alimentar la demanda de pasta de celulosa y de las
centrales de producción de energía.
Pero algunos estudios lo desmienten.
Otra fuente de preocupación para los ecologistas, según
explica Harrabin, es la tala de árboles en bosques naturales, como el del
Carolina del Norte que él mismo visitó.
Muchos de los frondosos bosques del sureste de Estados
Unidos están en manos de pequeños terratenientes que tienen escasas restricciones
sobre lo que pueden hacer con la madera de sus propiedades.
"Se dice que los dueños cortan los árboles dos veces:
la primera cuando sus hijas se casan y la segunda cuando ellos se
retiran", dice Harrabin.
La huella ecológica de la biomasa
El proceso de la tala, el transporte y la quema de madera
genera gases de efecto invernadero.
Se teme que el proceso tenga consecuencias ecológicas negativas. |
Sin embargo quienes apoyan esta práctica destacan que si la
vegetación quemada es remplazada por nuevas plantas que absorben dióxido de
carbono, CO2, esta política tiene ventajas sobre el uso de combustibles
fósiles.
Las cifras son polémicas y a medida que el mercado de la
biomasa se expande el debate se acalora.
Según Harrabin las compañías eléctricas dicen que el ahorro
en emisiones de CO2 vale la pena.
Mientras la capacidad de los bosques para absorber CO2
compensa por la cantidad emitida, hay un crédito de carbono, aseguran desde la
central eléctrica de Drax, la más grande planta generadora de electricidad del
Reino Unido, que está adaptando tres de sus seis gigantescas calderas para la
quema de biomasa.
Pero el Instituto para la Política Europea
Medioambiental (IEEP por sus siglas en inglés) dice que no hay motivos para
creer que el objetivo en la reducción de emisiones nocivas para el medio
ambiente se va a alcanzar mediante el uso de biomasa.
A finales de 2012 un informe del Comité para el Cambio
Climático advirtió que para los árboles "nuevos" toma demasiado
tiempo reabsorber el carbono emitido durante la quema de la madera.
"Los críticos dicen que quizás lleve 50 años reabsorber
ese CO2, mientras que los políticos están de acuerdo en que las emisiones deben
ser reducidas inmediatamente para evitar que el carbono recaliente el
planeta", dice Harrabin.
"Parece que algunas políticas están más motivadas por
la necesidad de cumplir objetivos obligatorios que por un verdadero deseo de
reducir ahora mismo las emisiones de CO2", concluye el analista.
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