Foto: REUTERS |
Tras años de logros en la lucha contra la destrucción de la
selva amazónica, Brasil estaría sufriendo un incremento de la deforestación por
la entrada de agricultores, leñadores, mineros y constructores a un territorio
previamente intacto, según datos recopilados por el Gobierno y por
investigadores independientes.
Imazon, un centro
brasileño de investigación que rastrea la deforestación mediante el uso de
imágenes por satélite, dijo en un informe reciente que en diciembre la
destrucción de la selva más extensa del mundo subió por cuarto mes consecutivo.
Según datos de
Imazon, en los últimos cinco meses de 2012 la deforestación acumulada sumó 1.288 kilómetros
cuadrados de tierras -equivalentes a la superficie de Los Angeles, California-,
superando en más del doble el total de áreas deforestadas que detectó en el
mismo periodo de 2011.
Datos preliminares
de la agencia espacial de Brasil -que realiza sus propias estimaciones
mensuales- también sugieren un incremento en la deforestación entre agosto y
octubre, el último mes para el que ha entregado datos.
Los investigadores
y responsables del Gobierno dicen que se requiere más información para
confirmar que actualmente hay un giro de 180 grados en la que había sido una
rebaja constante en la deforestación en los últimos años.
Entre otras
variables, las nubes de la actual temporada de lluvias definitivamente afectan
las imágenes. Datos adicionales podrían ayudar a esclarecer si los nuevos vacíos
en la selva se deben a talas e incendios o si la disminución se produjo por
motivos naturales.
Si el aumento de la
deforestación se mantiene, se confirmarían los crecientes temores de
científicos y de ecologistas de que los cambios en las políticas ambientales de
Brasil, el aumento en las incursiones de empresas y los proyectos de
infraestructura respaldados por el Gobierno están anulando los avances en la
lucha para proteger a la región.
La selva del
Amazonas posee casi un 12 por ciento de las reservas de agua dulce del planeta.
Además es una importante fuente de oxígeno y alberga un número no determinado
de plantas y especies animales.
"El contexto
está listo para que la destrucción se intensifique", dijo Paulo Moutinho,
director ejecutivo del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM, por su
sigla en portugués). "Está claro que fácilmente los niveles podrían seguir
aumentando", agregó.
Las autoridades
piden cautela y destacan que la tendencia a largo plazo es que haya progresos
contra la deforestación.
"Es demasiado
pronto para dar la alarma", dijo Francisco Oliveira, director de políticas
contra la deforestación del Ministerio de Medio Ambiente de Brasil.
"Después de que se desvanezcan las nubes aparecerá un cuadro más
completo", añadió.
DESAFIO PARA LA
CIENCIA
Muchos factores
generan la deforestación. Los leñadores y mineros durante mucho tiempo han
explotado los minerales y la madera en una selva del tamaño de Europa
Occidental.
A medida que Brasil
se convertía en una potencia agrícola en las últimas décadas, los productores
de soja, ganaderos y granjeros empezaron a despejar las tierras para su uso.
Además, están los
esfuerzos por aprovechar los ríos de la Amazonía y llenarla de plantas hidroeléctricas, un
proceso que según sus críticos atrae a muchas personas a zonas que de otra
forma estarían desiertas.
Hacer un
seguimiento de la deforestación es un desafío para la ciencia, que depende de
una combinación de datos por satélite y de reconocimiento en el terreno.
El Gobierno de
Brasil y científicos de Imazon, un instituto con fondos privados establecido en
la ciudad amazónica de Belén, obtuvo pruebas preliminares a través de imágenes
por satélite.
Los datos más
concluyentes tardan más tiempo en ser recopilados y necesitan panoramas de
mayor resolución, además de estudios en el terreno de científicos e
investigadores medioambientales.
El Gobierno publica
un informe anual en julio, cuando la región está en su punto más seco y las
vistas aéreas son más claras.
Los datos mostraron
que la deforestación, hasta julio de 2012, había caído a mínimos históricos por
cuarto año consecutivo, principalmente debido a una mejor implementación de las
leyes medioambientales.
Un aumento
registrado en 2007, cuando los precios de las materias primas generaron una
mayor demanda de terrenos para cultivos, se moderó después de que el Gobierno
introdujera multas más elevadas y bloqueara el crédito para los infractores.
En respuesta, los
leñadores empezaron a realizar talas más pequeñas en sus esfuerzos por evadir
las tomas de satélite.
Ahora los
científicos y ecologistas advierten que los infractores están alentados por los
cambios regulatorios, los altos precios globales de las exportaciones agrícolas
y por las iniciativas de residentes locales que impulsan la actividad económica
alrededor de las plantas hidroeléctricas y otros grandes proyectos industriales
y de infraestructura.
"Vamos a ver
muy pronto un incremento de la deforestación", advirtió el año pasado
Marina Silva, una ex ministra de Medio Ambiente y veterana activista a favor de
la Amazonía .
Ella y otros
críticos han fustigado al Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, cuya
campaña para revivir la una vez floreciente economía de Brasil ha forjado
cambios que los economistas temen den rienda suelta a la destrucción.
Rousseff, por su
parte, ha dicho que las políticas son necesarias y sostenibles
medioambientalmente.
Entre otros cambios
regulatorios, Brasil otorgó a finales de 2011 a las autoridades locales más poder sobre
el cumplimiento de las leyes medioambientales y en el proceso cerró muchos de
los puestos donde los agentes forestales, sobre todo en la vasta y remota
selva, representaban el único obstáculo para los delincuentes.
El año pasado,
Brasil renovó su "código forestal", que contiene reglas para los
tipos de bosques que deben ser preservados alrededor de los nuevos desarrollos.
Si bien el nuevo
código en teoría sigue siendo estricto en la conservación, los críticos
argumentan que la aplicación va a ser difícil porque ahora queda en manos de
las autoridades locales.
Oliveira, el
responsable del Ministerio de Medio Ambiente, dijo que el Gobierno todavía
puede responder con rapidez. En lugar de confiar en bases fijas, se crearon
nuevas unidades de agentes medioambientales en los últimos meses que pueden
desplegarse cuando sea necesario, haciéndolas "más ágiles", explicó.
"Nuestros
métodos y estrategias se están desarrollando", aseguró.
Sin embargo, los científicos temen que algunos de los daños
puedan estar sucediendo frente a los ojos del Gobierno. Argumentan que las
represas respaldadas por el Gobierno, así como carreteras y minas, están
acelerando un cambio porque abren caminos en franjas previamente aisladas de la Amazonía.
"Tienes a
todos estos factores juntos haciendo mucho más fácil acceder a la selva",
dijo Paulo Barreto, investigador de Imazon. Los números han subido muy rápido y
"será difícil que las cifras anuales caigan", agregó.
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