La cultura maya clásica, que abarca partes de México,
Belice, Guatemala y Honduras, prosperó en tiempos de lluvia y luego se derrumbó
en el caos cuando el clima cambió a la sequía, según concluye un proyecto
internacional de la
Universidad de Durham (Reino Unido) y liderado por
investigadores de la
Universidad Estatal de Pensilvania (Estados Unidos) y ETH
Zurich (Suiza).
El índice de la guerra se basa en la frecuencia de ciertas
palabras clave en las inscripciones mayas en los monumentos de piedra tallada,
y los investigadores pudieron rastrear cómo los aumentos en la guerra y los
disturbios fueron asociados con periodos de sequía, según la investigación,
publicada en la revista 'Science'.
Los nuevos conjuntos de datos proporcionan una visión única
de cómo una civilización prosperó y se desarrolló, ampliándose en las grandes
ciudades, durante un período de clima favorable y luego se derrumbó tras el
cambio climático entre los años 660 y 1100.
Los gobernantes mayas encargaron registrar en monumentos de
piedra los acontecimientos, donde el equipo de investigación descubrió que la
frecuencia de los textos grabados apuntan a que la rivalidad de estado, la
guerra y las alianzas estratégicas aumentaron significativamente entre los años
660 y 900, durante la tendencia a la sequía.
Uno de los autores, el profesor Douglas Kennett, de la Universidad de
Pensilvania, explicó que no sólo es importante el tema de la sequía, sino
también las condiciones climatológicas anteriores que ayudaron a
"estimular la complejidad social y la expansión de la población".
"Esto sentó las bases para el estrés social y la fragmentación de las
instituciones políticas más adelante en el tiempo, cuando las condiciones se
volvieron secas", dijo.
El doctor James Baldini, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Durham
añadió que el ascenso y la caída de la civilización maya es un ejemplo de cómo
una sofisticada civilización "no se adaptó con éxito al cambio
climático". Según concreta Baldini, los períodos de alta precipitación
aumentaron la productividad de los sistemas agrícolas mayas y dieron lugar a un
auge de la población y la sobreexplotación de recursos, mientras la sequía
provocó la desestabilización política y la guerra porque los recursos se
agotaron.
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