Imagen del huracán Sandy desde
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El huracán Sandy vuelve a poner sobre la mesa el debate
científico sobre la mayor frecuencia de ciclones en los últimos tiempos, y su
posible vínculo con el cambio climático. Pero, ¿es cierto que están aumentando
estos fenómenos atmosféricos o es una consecuencia de la mayor información que
se tiene cada día y del avance de los sistemas de vigilancia del clima por
satélite? Precisamente hace dos semanas se publicó una investigación liderada
por científicos de la
Universidad de Copenhague (Dinamarca) que demostraba por
primera vez con datos oceanográficos que no es una sospecha infundada, sino
que, en efecto, los ciclones son cada vez más frecuentes.
En la actualidad el estudio de las tormentas tropicales se
realiza sobre todo a través de las imágenes tomadas por los satélites. Pero
éstos comenzaron a registrar datos en la década de los 70. Para llegar a esta
conclusión los científicos necesitaban una muestra temporal mucho mayor, pero
igual de fiable. Así que recurrieron a un tipo de sensores muy diferentes de
los que se usan habitualmente en meteorología: los mareógrafos que se encargan
de medir las subidas diarias del mar debido a las mareas.
Casi un siglo de registros
"Los ciclones tropicales se suelen formar en el océano
Atlántico y avanzan hacia la costa Este de Estados Unidos y el golfo de México.
Hay estaciones de medición a lo largo de todo el litoral que llevan
monitorizando los niveles mareales desde el año 1923", asegura Aslak
Grinsted, científico del Centro para el Hielo y el Clima de la Universidad de
Copenhague e investigador principal del estudio. "Estudiamos todos los
casos en los que había cambios rápidos del nivel del mar y vimos que había una
fuerte correlación entre las subidas repentinas y los registros históricos de
tormentas tropicales", explica el investigador.
Además de los resultados, que confirman estudios realizados
previamente por el profesor Kerry Emanuel, del Massachusetts Institute of
Technology (MIT), el método utilizado también supone un avance importante en
este campo de estudio. "En primer lugar, porque se obtiene a partir de
información oceanográfica, independiente de la atmosférica usada hasta
ahora", explica Sergio Alonso, catedrático de Meteorología de la Universidad de las
Islas Baleares.
Grinsted, junto con colegas de la Universidad Normal
de Pekín (China), recogió las temperaturas globales durante el periodo de
estudio para comprobar si existía una tendencia al aumento de los ciclones
tropicales cuando el clima es más cálido. Y así fue. La temperatura global ha
aumentado 0,7ºC
desde 1923, pero el mayor aumento ha sido desde la década de los 80.
"Simplemente contamos cuántos ciclones extremos surgen
durante los años cálidos comparado con los años fríos y encontramos que hay una
tendencia a que se produzcan más fenómenos de este tipo cuando la temperatura
es mayor", asegura Grinsted.
Olla con agua caliente
Pero no todos los ciclones son igual de dañinos. Este tipo
de tormentas tropicales se forman cuando grandes cantidades de vapor de agua se
concentran en columnas sobre la superficie del océano y se van enroscando unas
sobre otras girando en círculo. El funcionamiento es el mismo que cuando se
pone una olla con agua a calentar: el vapor comienza a concentrarse sobre la
superficie y forma corrientes que pueden apreciarse antes de que el agua
hierva. Las columnas de vapor sólo salen cuando la temperatura es demasiado
alta.
A una escala totalmente diferente, el océano se comporta de
la misma forma. El agua de la superficie se calienta y el vapor comienza a
ascender en columnas, pero sólo cuando la temperatura alcanza un nivel
determinado se forma este fenómeno (llamado tornado en el Atlántico y tifón en
el Pacífico) que es arrastrado por los vientos.
"Se necesita una temperatura de 27ºC o superior en la
superficie del océano para que se forme un ciclón. Y esta temperatura está
yendo en aumento. Si continúa ascendiendo, también lo hará el peligro
intrínseco de fenómenos violentos como los ciclones atmosféricos", afirma
Sergio Alonso. Los autores del estudio aseguran que el incremento de la
temperatura también aumentará la potencia de los huracanes extremos, como el
Katrina, que arrasó Nueva Orleans en 2005.
Fuente: El Mundo
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