Bibi Aisha no sabía leer ni escribir. Pero en 2010
conmocionó al mundo entero cuando su imagen ocupó la tapa de la revista Time,
con su rostro mutilado por el régimen talibán. Hoy, a casi dos años, esta joven
afgana lucha en Estados Unidos para rehacer su vida, intentado dejar atrás los
fantasmas del pasado.
Tras obtener asilo político en Estados Unidos, en diciembre
último se instaló en la ciudad de Frederick, en el estado de Maryland, en la
casa de Mati Arsla y Jami Rasouli-Arsala, parientes de uno de los directivos de
la ONG que la
rescató en Afganistán y logró que se instalara en el país norteamericano.
Sin embargo, antes de radicarse allí, permaneció durante
meses en el centro de rehabilitación encabezado por Esther Hyneman, adoptada
como "abuela" por la propia Aisha. La señora, a cargo de la custodia,
relató que la joven "cuando llegó era una ruina emocional". Y destacó
que al abandonar el lugar "era un ser humano diferente".
Cuando Aisha tenía 12 años, su padre la prometió en
matrimonio a un combatiente talibán para pagar una deuda. Y así fue que la
joven fue entregada a su familia, que abusó de ella y la obligó a dormir en el
establo con los animales.
El retrato que despertó la atención de todo el mundo muestra
a Aisha sin nariz. También le fueron mutiladas las orejas. Los talibanes se las
cortaron por decreto después de que la joven intentara escapar de la casa.
Con esa nota, publicada a fines de julio de 2010, la revista
reavivó el debate sobre el fundamentalismo y en qué escenario podrían quedar
los derechos de las mujeres afganas ante un potencial acuerdo entre Estados
Unidos y los talibanes en una búsqueda rápida de paz en Afganistán.
Durante los trascendentales años desde que llegó a Estados
Unidos, Aisha contó con una prótesis de nariz que le fue proporcionada por un
centro sin fines de lucro en California. Sin embargo, el doctor Peter Grossman,
que preside aquella organización, dijo que espera una "solución permanente",
que sería la reconstrucción definitiva de la nariz y las orejas con huesos,
tejidos y cartílagos de otras partes de su cuerpo.
Por su parte, la esposa del médico, que también trabaja en
el equipo, precisó que "Aisha recuerda la esclavitud cada vez que se mira
al espejo", aunque aseguró que "todavía hay veces que puede
sonreir".
A los pocos meses de vivir en Estados Unidos, el rostro de
Aisha volvió a lucir normalmente gracias a una prótesis nasal que le permitió
recuperar la sonrisa en su rostro después de tanto sufrimiento. Y en la
actualidad, se prepara para enfrentar un prolongado tratamiento que incluirá la
cirugía para reconstruir definitivamente la nariz que le fue cortada en
Afganistán.
Para ello, un equipo de médicos y psicólogos especializados la
atienden a diario en Estados Unidos, no sólo por la cuestión de salud y la
futura operación, sino para tratar el estrés post-traumático causado por la
situación que debió atravesar en su país de origen.
Fuente: La
Nación
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