El dióxido de carbono en la atmósfera registró su mayor incremento en 30 años. “Se nos está agotando el tiempo”, alertaron desde la Organización Meteorológica Mundial.
Se necesitan medidas urgentes para combatir el cambio climático porque el tiempo para darle pelea se acorta. El mensaje fue lanzado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) durante el anuncio de un dato preocupante: la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, uno de los principales responsables del calentamiento global, registró el mayor aumento en tres décadas.
El mensaje fue claro: “Tenemos la absoluta certeza de que el clima está cambiando y de que las condiciones meteorológicas son cada vez más extremas”, afirmó el secretario general de la OMM, Michel Jarraud y sostuvo que hay “evidencia científica muy sólida” que respalda esas afirmaciones.
El representante de la agencia científica de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo el llamado a un accionar global en contra del cambio climático durante la presentación en Ginebra (Suiza) del informe anual sobre gases de efecto invernadero, que sorprendió con un dato alarmante: el año pasado se dio el mayor incremento de concentración de CO2 en la atmósfera desde 1984.
El dióxido de carbono junto al metano y al óxido de nitrógeno son los tres principales responsables del forzamiento radiactivo -causante del calentamiento- que subió un 34%, según los datos del estudio realizado a través del programa de vigilancia global de la atmósfera.
La quema de carbón y petróleo y el intenso consumo energético son las principales causas del aumento de concentración de CO2, pero no las únicas. La OMM adjudica parte de la responsabilidad también a la cantidad de biomasa que se quema y al intercambio de gas entre la atmósfera y la biósfera.
“La actividad humana sigue creciendo y el aumento de la población lleva a un mayor consumo de energía, de transporte e inclusive de alimentos, lo que demanda combustibles fósiles y consecuentemente el mayor elemento que emerge de esa combustión es el dióxido de carbono”, explicó Osvaldo Canziani, que fue director para América Latina de la OMM y copresidente del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU.
Canziani incluye también a la deforestación entre las causas que explican el aumento de CO2 en la atmósfera. Con la tala de árboles, sostiene, se eliminan los sumideros de dióxido de carbono (“estamos depredando lo que podría servir como elemento de balance”). La Amazonia es un claro ejemplo: “Se está perdiendo la capacidad de digestión de los gases por una foresta pluviosa, húmeda que se elimina para aprovechar el suelo”.
En tercer lugar, el meteorólogo argentino responsabilizó al aumento de desechos orgánicos por la rapidez con la que evoluciona el cambio climático. “Producen metano, que es uno de los más insidiosos gases del efecto invernadero”.
Pero no es sólo la atmósfera la que paga las consecuencias. Los océanos ya están mostrando los efectos negativos en sus aguas. “Si el calentamiento de la Tierra no se considera razón suficiente para reducir las emisiones de CO2, la acidificación de los océanos debería serlo”, enfatizó Jarraud. En los últimos 300 años no se registran antecedentes para el ritmo actual de acidificación, señala el informe, que afecta especialmente a los corales, algas y moluscos. Es que el proceso de acidificación atenta contra el de calcificación, a través del cual esos organismos producen sus conchas, caparazones o material para sus esqueletos. Esos problemas inciden desfavorablemente en su capacidad de supervivencia, lo que repercute en una pérdida de la biodiversidad.
Canziani señaló que hay relación directa entre el cambio climático y la erosión de las costas argentinas, como por ejemplo la Bahía de Samborombón y adyacencias. No obstante, en cuanto a la fauna marina, el país quedó del lado del globo -por el momento- más beneficiado: “Los mares del sur, Atlántico y Pacífico, no están tan contaminados como los del norte, donde ya la NASA tiene mapas de falta de vida por las cantidades de nitrógeno, arsénico y mercurio”.
El problema deja secuelas a muy largo plazo: el dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante cientos de años y tiene efecto acumulativo tanto en el clima como en los océanos. "Tenemos que revertir esta tendencia recortando las emisiones", alertó Jarraud. "Se nos está agotando el tiempo".
Fuente: Clarín
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