martes, 14 de agosto de 2012

Un acto de amor: Sandra Mihanovich le donó un riñón a su ahijada



“¿Cuál es su interés?”, le preguntó un representante de la Justicia.

“Dar amor” , le respondió Sandra Mihanovich, con su voz de contralto convertida en miel.

Fue suficiente para desatar el nudo judicial que impedía lo que finalmente sucedió: la donación de uno de sus riñones a su ahijada .

Las dos se reponían en un centro privado de esta Ciudad, con cicatrices a sus costados del tamaño de una sonrisa. “Sandra salió bien de la operación , ahora necesita tranquilidad para reponerse”, indicó Iván Mihanovich, su hermano.

De tantas canciones que interpreta Sandra, la que más volvió ayer mientras se escribía esta crónica fue Honrar la vida , de Eladia Blázquez. Esa que dice: “Eso de durar y transcurrir / no nos da derecho a presumir / porque no es lo mismo que vivir / honrar la vida”.



Para nada es lo mismo, y tampoco es usual: sólo un puñado de casos de donación de órganos entre “personas vivas no relacionadas” se registraron en la Argentina durante la última década.

Lo que sucedió es la consecuencia de un camino judicial que se inició bastante antes. Como la ley de Trasplantes prohíbe la donación de órganos o tejidos entre personas que no tienen un vínculo familiar directo, Mihanovich tuvo que iniciar un juicio sumarísimo para que autorizara su entrega. Los reparos legales intentan prevenir la posible venta de órganos entre desconocidos, que está prohibida y penada por la legislación.

De acuerdo a la sentencia firmada el 30 de julio pasado por el juez federal subrogante a cargo del juzgado Civil y Comercial Federal 5, Alejandro Jorge Nobili, según la cual “se acredita la relación de profunda amistad y familiaridad entre la donante y la receptora y su familia”, pues “queda comprobado que la señora Mihanovich es la madrina de bautismo de la receptora”.

“Ese lazo, las declaraciones de los testigos y las de personas directamente involucradas dejan luz sobre el motivo altruista del acto, la solidaridad en que se funda y su gratuidad ”, destaca el fallo que dio luz verde a la donación.

Antes de firmar la autorización para la cirugía y la notificación para que el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) incorpore a la receptora en la lista de espera de trasplantes renales, el juez Nobili admitió que el celo por evitar favores o pagos indebidos que enturbien el acto de la donación de órganos causó una postura legislativa y doctrinaria “claramente restrictiva” para considerar excepciones que permitan mejorar la calidad de vida de muchos enfermos.

En el expediente intervinieron peritos médicos y psiquiátricos y una asistente social, que acreditaron que Mihanovich era una paciente apta como donante, que el transplante razonablemente no le causará un grave perjuicio a su salud y que existen perspectivas de éxito para conservar la vida y mejorar la salud de la receptora.

Este último punto es clave: los pacientes con insuficiencia renal aguda deben someterse a tratamientos con diálisis varias veces por semana, y con el paso del tiempo, su estado general de salud puede deteriorarse . En Argentina, casi 27 mil personas mantienen tratamientos con diálisis.

Hace tres años, la abogada Andrea Kaprielan consiguió el permiso judicial para que una de sus hermanas donara un riñón a su marido. Justo antes del trasplante, apareció un donante cadavérico y no hizo falta poner en práctica esa primera sentencia. Pero la letrada, desde entonces, asumió la defensa de pacientes con enfermedades crónicas y patrocinó el caso Mihanovich. “Como ella, son muchas las personas que realizarían este tipo de actos altruistas , pero que no saben que pueden hacerlo”, dijo. “Por eso estos casos, que involucran a personas famosas, ayudan a tomar conciencia de la importancia de la donación órganos. Tuve el honor de conocer a personas como Sandra y muchas otras que no son tan famosas, pero también han honrado la vida”.

La ahijada lleva años remando contra la corriente. Por suerte, apareció su salvavidas. En la causa, ya declaró que estará eternamente agradecida.

Fuente: Clarín

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